La imagen ha dado la vuelta al mundo. El conservador Igor Matovic, nuevo primer ministro de Eslovaquia, juró este sábado su cargo junto a los ministros que constituirán su gobierno de coalición. En plena pandemia del coronavirus, la ceremonia de investidura reflejaba el signo de los tiempos: tanto Igor Matovic como los miembros de su gabinete asistieron protegidos con sendas mascarillas y guantes. Lo mismo hizo la presidenta y jefa de Estado del país, **Zuzana Caputova**, aunque con una llamativa variación: en lugar de una mascarilla ordinaria, la presidenta se presentó en el acto con una de color violeta, a juego con su vestido de la diseñadora eslovaca Jana Kuzmová.
Un día antes, hizo lo mismo para aceptar la renuncia del anterior primer ministro eslovaca, combinando un vestido burdeos con una mascarilla del mismo color, por lo que parece que Caputova ha decidido considerar la mascarilla un complemento más de su estilismo para los actos más solemnes de su agenda. Frívolo para algunos, el gesto puede interpretarse en el sentido de que hay que acostumbrarse a la utilización de mascarillas, sobre todo teniendo en cuenta que, al contrario que otros países europeos, el gobierno eslovaco ha ordenado a sus ciudadanos protegerse con una cuando salgan de casa. Actualmente, el país solo cuenta con 185 infectados de coronavirus y ningún fallecido.
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Zuzana Caputova, de 46 años, hizo historia en junio de 2019 al convertirse en la primera mujer presidenta de Eslovaquia. Miembro fundador del partido liberal progresista Eslovaquia Progresista en 2017, Caputova destaca por sus puntos de vista progresista en temas como los derechos del colectivo LGTBI, el feminismo, la acogida de refugiados o el ecologismo en un país de mayoría conservadora. “Le mandaré un ramo de flores. Es lo que se merece la primera mujer presidenta”, declaró su rival en las elecciones generales tras conocer su victoria. Madre divorciada de dos hijas adolescentes, antes de entrar en política la carrera de Caputova estuvo marcada por la lucha contra los abusos y la corrupción desde la abogacía. En 2016, ganó el Premio Medioambiental Goldman por la campaña que lideró contra un vertedero ilegal de residuos tóxicos en la ciudad de Pezinok.
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