A lo largo de la historia no es sólo que a las mujeres les haya costado más desarrollar tareas que de forma tradicional les estaban vetadas o se consideraban impropias de su género; es que cuando lo han conseguido, en muchas ocasiones sus logros han sido silenciados y atribuidos a los hombres que las rodeaban. Sirva esta pequeña relación como una muestra de la larga, larga lista que existe y de aquellas cuyos nombres jamás llegaremos a conocer.
1. Rosalind Franklin y el ADN
El fenómeno por el que los descubrimientos científicos realizados por mujeres son atribuidos a hombres –sigue sucediendo– es tan frecuente que hasta tiene un nombre: efecto Matilda. Probablemente el ejemplo más conocido de esto sea el caso de Rosalind Franklin, aunque la misma Marie Curie estuvo a punto de sufrirlo. A principios de los 50 Maurice Wilkins obtuvo sin el consentimiento de Franklin acceso a su investigación y a su fotografía por rayos X de la doble hélice que compone el ADN (la “foto 51”) . Cuando se la mostró a James Watson y Francis Crick, el trabajo de Rosalind les permitió tomarle la delantera y presentar su hallazgo como propio. Ellos ganaron el Nobel en el 62; ella había muerto cuatro años antes.
2. Katherine Johnson y la carrera espacial
Discriminadas por partida doble por su condición de mujeres de raza negra, en la Nasa en los años de la Guerra Fría también existieron mujeres como Johnson o Dorothy Vaughan y Mary Jackson. Borradas de la historia en su momento y reivindicadas por la organización décadas después, el libro Figuras ocultas y la película se han encargado de popularizar su legado.
3. Mabel Walker Willebrandt y el juicio a Al Capone
Es sabido que el gángster más famoso de todos los tiempos no entró en la cárcel por sus crímenes, sino por algo mucho más mundano: la evasión de impuestos. Menos sabido es que la persona que tuvo la brillante idea de atacar la organización mafiosa por ese flanco –hoy una táctica habitual en este tipo de procesos pero entonces algo revolucionario– no fue precisamente Elliot Ness, sino Mabel Walker Willebrandt, ayudante del fiscal y abogada de mujeres víctimas de violencia de género y prostitutas.
4. Jocelyn Bell Burnell y el púlsar
En 1967 Jocelyn estudiaba en Cambridge su doctorado en astrofísica cuando descubrió con el radiotelescopio en el que trabajaba unas señales que se repetían a intervalos regulares. Era el primer paso de su descubrimiento del púlsar, estrellas que emiten una radiación muy pequeña. El hallazgo apareció en revistas científicas firmado con el nombre de su tutor Antony Hewish en primer lugar, como se hacía de forma habitual en el mundo acedémico. Pero fue sólo Hewish el que recibió el Nobel en 1974; la academia ignoró del todo a Jocelyn Bell, aunque toda la comunidad científica acepta que fue ella la que realizó la observación por primera vez.
5. Frances Perkins y el New Deal
Se considera que la catarata de medidas sociales y económicas que sacaron a Estados Unidos de la Depresión (con un pequeño empujoncito de la Segunda Guerra Mundial) fueron idea del presidente Roosevelt, o al menos, de Roosevelt y su equipo. La realidad es que fue la única mujer del gabinete presidencial, Frances Perkins, secretaria de Trabajo, la responsable del programa de reformas más ambicioso de Estados Unidos en el siglo XX y que, de haberse cumplido tal y como ella lo ideó, habría procurado a los americanos un sistema de salud público y eficiente.
6. Ada Lovelace y la computación
En la prehistoria de la informática estuvo Ada Lovelace, uno de los personajes más apasionantes del siglo XIX no sólo por su linaje –era hija ilegítima de Byron–, sino por ser pionera en la programación de los ordenadores. Sus “Notas” a la “máquina analítica” del matemático Charles Babbage se consideran los primeros algoritmos informáticos. Aunque el propio Babbage reconocía el crédito de Lovelace, sus contemporáneos intentaron restar valor a su contribución basándose en la naturaleza “excéntrica” de Ada (acabó arruinada por intentar dar con un método estadístico para ganar siempre en las apuestas de carreras de caballos) y en, sobre todo, su condición femenina.
7. Margaret Keane y su pintura
El litigio que protagonizó el matrimonio Keane por la autoría de sus cuadros es uno de los más simbólicos de la historia del arte. Pintora de figuras con grandes ojos que alcanzaron muchísima popularidad a mediados de siglo –y pronto se revalorizaron como piezas kitsch-, la tímida Margaret estuvo de acuerdo en un primer momento en que fuera su marido Walter, de un carácter mucho más “expansivo”, quien se presentase como autor de su obra. El problema llegó cuando el negocio se volvió tan lucrativo que Margaret vivía casi confinada trabajando mientras Walter disfrutaba de todo el crédito. Tras divorciarse, ella contó la verdad en una entrevista, lo que desembocó años después en el juicio en el que Margaret pintó ante el juez uno de los famosos “Keane” en menos de una hora para demostrar que siempre habían sido suyos. La película de Tim Burton Big Eyes popularizó de nuevo esta historia.
8. Lise Meitner y la fisión nuclear
En 1938 Meitner tuvo que huir de la Alemania nazi por ser judía. Establecida en Suecia, ese mismo año descubrió junto a Otto Hahn la fisión nuclear. En uno de los fiascos reconocidos y asumidos por la Academia sueca, sólo a él se le concedió el premio Nobel de química en el 44. Meitner no tiene el Nobel, pero sí un elemento de la tabla periódica con su nombre, el meitnerium.
9. Elizabeth Magie y el Monopoly
La coincidencia de la primera edad de oro de los juegos de mesa y la economía progresista creó un hijo que aún goza de extrema popularidad: el Monopoly. Charles Darrow y Parker comercializaron el juego en el 35, pero lo que estaban haciendo era en realidad adaptar “El juego del propietario”, una creación que Elizabeth Magie, seguidora de las enseñanzas del economista Henry George, había patentado en 1904. Problemas con la caducidad de las patentes hicieron que no recibiera crédito por ello, pero acabó publicando varios juegos más, irónicamente, con la misma Parker.
10. Chien-Shiung Wu y la no conservación de la paridad
Esta científica china es otra de esas mujeres que merecen una película, una de esas sobre las personas que dedican casi toda su vida a trabajar. Emigrada a Estados Unidos antes de la Segunda Guerra Mundial (no pudo regresar hasta el 73) , fue parte del equipo que trabajó en el Proyecto Manhattan y en el nacimiento de la bomba atómica. Tras la guerra los científicos Tsung-Dao Lee y Chen Ning Yang formularon la teoría de que el principio de conservación de la paridad no era válido, y le propusieron a Chien-Shiung Wu unirse a probar la ineficacia de esa “ley”, entonces comúnmente aceptada. Pese a que fue su trabajo el que refutó la teoría, los galardonados con el Nobel de física del 57 sólo fueron Lee y Yang. Se la conoce como “Primera dama de la física” o “la Madame Curie china”.
11. Camille Claudel y sus esculturas
Alumna primero, luego musa y amante de Rodin, su caso es uno de los más desdichados de la procelosa historia de las mujeres en el arte. Durante años se minusvaloró su talento por considerarse que era obra de Rodin, y entre ellos desarrollaron una compleja relación de celos profesionales y personales –Rodin temía que ella acabase por eclipsarle y ella vivía con la frustración de que su obra no fuese apreciada– que acabó con el internamiento de Camille en un manicomio, contra su voluntad, por decisión de su familia. Allí pasó los últimos 30 años de su vida.
12. Clara Driscoll y la lámpara Tiffany
Las lámparas de inspiración modernista con formas de colores hacían furor a finales del XIX y todavía son un popular objeto decorativo hoy. De forma oficial, creaciones como la célebre lámpara de la libélula eran obra del dueño de la empresa, Louis Comfort Tiffany, y de su equipo de diseñadores. En la práctica, esta y muchas otras ideas nacieron de la creatividad de Clara Driscoll y de las 27 “Tiffany Girls”, el equipo de mujeres encargadas de cortar el cristal que Clara dirigía. Su contribución a la artes aplicadas fue reivindicada en el libro A new light on Tiffany .
Artículo publicado el 8 de marzo de 2017 y actualizado.
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