«La gente nos contrata para adelantarnos a las tendencias», nos explica Celia Torres, una de las dos socias de El Sofá Amarillo. Con casi 10 años de historia a su espalda, al frente están dos jóvenes expertas en moda y en organización de eventos. A través simplemente de un portátil y el móvil, Celia lleva la oficina desde Madrid y Marta López-Rivadulla desde La Coruña. Su especialidad es lo «elegante con un toque divertido». Después de más de 120 bodas organizadas, desde sólo la decoración hasta la gestión integral dependiendo del cliente, renuncian al sota, caballo y rey imperante hasta ahora para ofrecer propuestas diferentes, rompedoras y siempre al hilo de lo que marca la moda. ¿Boda de invierno o primavera a la vista? Hablamos con Celia para que nos cuente algunos de los secretos de su éxito y las tendencias venideras para tomar buena nota.
¿Cómo trabajáis desde El Sofá Amarillo?
O te organizamos todo o solamente la decoración. En cuanto hablamos por primera vez con el cliente, ya sabemos más o menos cómo es. Y precisamente porque cada años las tendencias cambian, cada novio es un mundo y porque no queremos poner el mismo ‘sofá’ en todas las bodas, todo lo subcontratamos. Te cambiamos desde el tenedor hasta toda la iluminación, por ejemplo. Absolutamente todo es a medida, siempre para los clientes.
¿Cómo definirías vuestro estilo?
No hay una boda en El Sofá sin flores y somos maximalistas total. De hecho, el presupuesto de las flores es de lo más grandes de la boda, nunca hay demasiadas. Nos encanta crear estructuras gigantes en este sentido, poco silvestres, bien cargadas. Igual que las mesas, súper importantes también: cambiar cada bajo plato, poner un cristal bueno, cubertería de plata… Una cosa elegante, pero con un toque siempre divertido. Mogollón de color, no te vamos a hacer una boda blanca como las típicas americanas… Por ese motivo, llegamos a rechazar bodas, el 80% o el 90% son seleccionadísimas.
Profundicemos en el tema de las flores… ¿Recomendaciones?
Ahora mismo nos chifla Elena Suárez porque, además, era arquitecta así que no es la típica que te pone unas flores, sino va más allá con una estructura en el techo increíble y eso es algo muy ‘bestia’ que no todo el mundo puede hacer. De Madrid también nos encanta Brumalis o Búcaro. Ambas son como muy ‘barrocas’. Sin olvidarnos de algún florista en Galicia que no son conocidos, pero con los que nos entendemos muy bien.
¿Qué tendencias marcarán el 2020?
A mí ahora se me va todo a la típica boda en Italia, con azulejos, mucho azul y blanco, limones y otras frutas, ramas… Algo más que flores típicas como las peonías o las rosas blancas; muy ‘agosto en Italia’. Y, sobre todo, muchas frutas, que se están viendo mucho ahora; nosotras hemos hecho mesas con granadas partidas por la mitad, por ejemplo. Y, por supuesto, nada vintage, que ya pasó. Lo hicimos mucho, pero como en la moda, todo va cambiando… De lo que pasa en la pasarela, que es lo que nosotras intentamos llevar a las bodas, hasta que llega a las tiendas habituales, ya está todo muy trillado. Por ejemplo, lo tropical que sigue estando en todos los lados, nosotras lo hicimos hace dos años y ahora no queremos porque, entre otras cosas, se supone que la gente nos contrata para adelantarnos a las tendencias.
¿Entonces la moda es vuestra principal fuente de inspiración?
Siempre es lo que quieren los novios, eso es lo principal; nunca le vamos a encasquetar un estilo a una novia que no tiene nada que ver con ella, pero intentamos traerla al presente y no hacer algo de lo que se arrepientan en tres años. Ejemplo, lo tropical: por mucho que se haya llevado, si pones un flamenco en tu boda y en dos años te lo encuentres mil veces en todas las tiendas, casi seguro que vas a arrepentirte. Tiene que ser algo atemporal, igual que los vestidos.
¿Una boda top para la posteridad que puedas desvelarnos?
Hemos hecho la boda de la escritora Leticia Sala y fue en un château en ruinas de Francia y de lo más espectacular que recuerde. No tanto a nivel presupuesto, pero era un castillo donde no habían hecho una cosa así en su vida. Eran unos 150 invitados y solo había dos mesas largas gigantes y con pre boda, boda, vino a pinchar El Guincho (productor de Rosalía), Leticia iba con un vestido vintage que solo se puede poner ella, el novio si no recuerdo mal iba en un traje azul clarito de Dolce&Gabbana… Y, todo, muy difícil al ser un pueblo ‘perdido’ de Francia que si necesitabas algo, estabas perdido… Pero al final se resolvió genial y quedó precioso.
Y ¿las bodas en invierno?
En Madrid mucha gente se está casando en invierno, tiene muchas ventajas: es más barato, tienes a todos los proveedores que quieras disponibles y, de cara a los invitados, es buena opción casarse en febrero, por ejemplo, porque la gente no está cansada de ir a bodas como en verano… Como boda de invierno por excelencia, destaco la de Álex y Helena en el Hotel Valdepalacios Relaix and Château de Toledo que celebramos en enero del 2018. Nos dejaron hacer y surgió una decoración mágica totalmente invernal para un día súper frío y lluvioso que le iba como anillo al dedo: manteles de tartán hechos a medida para ellos, decoración floral con mucho verde oscuro, ramas, plumas, piñas, frutos secos, flores de algodón. La mesa presidencial, en el centro de la carpa, la situamos bajo una enorme corona de vegetación de la que colgaban burbujas de cristal con velas. La papelería fue diseñada y caligrafiada a mano por Weddink con motivos invernales. Y él iba con un chaqué a medida de cuadros grises y ella con un sencillo vestido de Basaldúa y una capa maravillosa de terciopelo con capucha.
¿La gente se atreve a innovar?
Los padres son los que se suelen negar más, pero una vez más, depende de quien pague la boda… y se nota mucho. Hay ciertas cosas que los padres quieren y en Madrid, por ejemplo, la gente es más abierta, pero en Galicia, Asturias o Andalucía, por ejemplo, les tienes que dar algo tradicional en general. Nuestro perfil últimamente son muchas parejas jóvenes y segundas bodas de gente que nos conoce y sigue en Instagram. Sobre todo gallegos que viven en Madrid y se casan en Galicia así como españoles que viven en Estados Unidos y se casan aquí, pero no pueden organizarlo. Éstos, claro, son los que más delegan y solemos hacer todo vía skype.
Nos queda la comida…
En el catering tenemos nuestras recomendaciones siempre que se permita. Mi favorito es Dani García, es la comida del gran restaurante Bibo en una boda… Nos gusta también el de Cari Goyanes, casi siempre trabajamos con ella. Es diferente, no es el típico chico con cofia, las croquetas y el salmón, sino que innovan. Ahora se llevan mucho las estaciones. Los cócteles llenos de puestos, cocina en vivo… Es un cóctel súper largo, el presupuesto va allí y la gente se lo pasa bien para después sentarse para tomar solo un plato y un postre, eso nos encanta en El Sofá Amarillo. En las bodas que hay aperitivos, primer plato, carne, pescado… la gente sale hinchadísima, no se lo pasan igual en la fiesta por esa molestia de estómago y de estar tantas horas sentado… Además, a nosotras nos gusta montar cosas especiales como un concierto en el cóctel, por ejemplo, que la fiesta empiece allí.
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