Se le considera el maestro de la elegancia masculina, pero el interiorista y diseñador Lorenzo Castillo (Madrid, 1968) es también maestro en darle la vuelta a este talento para encontrar la esencia de la elegancia femenina. Le gusta el contraste. No es clásico, pero tampoco moderno. “Yo definiría mi estilo como un clásico renovado, donde lo importante es la calidad. Mi objetivo no es hacer decoración, sino una arquitectura de interiores en la que la casa y la decoración sean un todo”, explica.
En uno de sus últimos trabajos, una casa madrileña enclavada en un edificio del arquitecto Gutiérrez Soto, maestro del Art Déco y el Racionalismo, la fusión del soporte y del vestido destaca por su perfección. Anchos espacios, techos altos, carpinterías impecables, chimeneas de mármol originales, zonas comunes de mármol travertino, amplios ventanales por los que entra el verdor del Jardín Botánico brindan una caja exquisita a una importante colección de arte y antigüedades, pero también a una relajada vida de familia. Un interior de estilo internacional que podría estar en Londres o Nueva York, sin renunciar a su propio espíritu de elegancia y naturalidad. No hubo necesidad de tocar la zona noble (el salón, la biblioteca, el comedor…), que es totalmente original. Sí se hizo obra en el área de los dormitorios, los baños y la cocina. Los techos se trabajaron con marquetería para proporcionarles más luz. El Jardín Botánico penetra en el salón y es un elemento más de su atmósfera. Luego llegó la sabia mezcla de texturas suntuosas, de colores frescos y de materiales de gran calidad: la atmósfera intemporal y confortable que define el estilo del decorador.
“Yo creo que las casas tienen espíritu y me gusta que este se quede con los dueños, porque una casa no es una escenografía, es un hogar”, dice el interiorista, que trabaja ahora en la Quinta Avenida, Hong Kong, República Dominicana o el Lago Como, al tiempo que aborda dos proyectos hoteleros, en el hotel Cortesín de Sotogrande y en los establecimientos de Mónaco y Oporto de la cadena Room Mate, para la que ha decorado el hotel Alba que acaba de abrir en Madrid. Su próximo sueño personal: una casa en Perulles, Asturias, desde la que se ven los Picos de Europa.
Arte y piezas escogidas
Vista del salón con meridiana tapizada con tela Rascafría, de la colección del diseñador. Las mesas auxiliares de latón son diseño de Lorenzo Castillo. Delante, puf de Willy Rizzo sobre alfombra de lana de yak. Del techo cuelga una escultura de Tomás Sarraceno. El sofá Chanel en terciopelo y los dos espejos son diseño Castillo, y la obra de la pared es de Marcus Linnenbrink.
Luminoso azul
Comedor de diario, con papel Ayllón en turquesa, de la colección del diseñador. A la izquierda, obra digital de Daniel Canogar y, a la derecha, pintura de Yago Portal. La mesa está vestida con tela Abeu y las sillas con tela Pandu, ambas de Castillo. Sobre la chimenea, pintura de Miquel Barceló. Las flores son de The Flower Power.
Contraste de épocas
Butaca estilo Jorge III tapizada con tela bordada de Schumacher bajo una obra de Íñigo Güell. Las molduras del salón se lacaron en blanco para crear contraste con el tono garbanzo del papel Ayllón.
Refinamiento historicista
La biblioteca vista desde el salón. En ella destaca una chimenea inglesa de los años 30 de mármol blanco, sobre la que reposa un busto en bronce del Grand Tour. En la pared, academias romanas de principios del siglo XIX. Delante, puf tapizado con la tela Pinilla, de Lorenzo Castillo, y mesas de café con estructura de latón imitando bambú. La biblioteca realizada en palosanto, es de estilo Art Déco.
La fuerza del color
Para el dormitorio se optó por un tono coral en las paredes, empapeladas con papel Ayllón, de la colección de Lorenzo Castillo. En la pared, destaca un cuadro de Santiago Castillo, de la galería Balsamo, de Nueva York. Junto a la cama, tapizada en terciopelo azul noche rematado con pasamanería, mesilla en madera palo de rosa.
Caja exquisita
El aseo de cortesía se concibió como si fuera una caja de concha de tortuga, efecto que se logró empapelando las paredes y el techo con el papel Vetusta, de la colección de Lorenzo Castillo. Sobre el lavabo, espejo de latón dorado de los años 60 y, a la izquierda de este, escultura de Josecho López Llorens.
Autenticidad
En el hall de entrada, pocas piezas pero muy bien escogidas. En el centro, puerta de madreperla del Rajastán adquirida en la Bienal de París. A los lados, butaca estilo Guillermo IV en ante verde y mesa pedestal estilo Directorio, con flores de The Flower Power. El suelo combina maderas de roble y ébano.
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