Antes de empezar a hablar sobre si es buena idea mezclar el antibiótico que te ha recetado el médico con un par de vinos afterwork hay que hacer un par de aclaraciones importantes. La primera es que cuando hablamos de ingerir alcohol en este reportaje planteamos un consumo de bajo riesgo o de bajas dosis (y recordando siempre que cualquier dosis de alcohol puede producir efectos tóxicos). Por lo tanto aquí vamos a evaluar, con ayuda del doctor Miguel Marcos Martín, del Grupo de Trabajo de Alcohol y Alcoholismo de la Sociedad Española de Medicina Interna (SEMI), qué sucede si combinamos dos cervezas o dos copas de vino (y solo dos) con los antibióticos que están luchando contra las bacterias en nuestro organismo.
Por otro lado, el hecho de que un fármaco no interaccione con el alcohol o que el riesgo de una posible interacción entre ambos sea pequeño no permite, en ningún caso, dar manga ancha a esa ingesta mientras nos estamos medicando. Es decir, hay medicamentos que no interaccionan con el alcohol (como por ejemplo el Eutirox, que se emplea en el hipotiroidismo), pero aún así no es posible decir que por ello “no haya peligro”, porque el alcohol, de por sí, es una sustancia peligrosa para el organismo y la tomamos con demasiada frecuencia. No lo decimos nosotros, lo afirma la OMS: según sus últimos datos cada español mayor de 15 años ingiere 10 litos de alcohol al año en España (cuando la media europea es de 9,8).
Un riesgo innecesario
El alcohol puede provocar interacciones con los fármacos, es decir, que al mezclar ambas sustancias se altera el efecto que producen. “Esta interacción puede provocar la aparición de efectos secundarios, una disminución del efecto terapéutico del fármaco o un mayor efecto tóxico del alcohol. Las interacciones del alcohol con fármacos son potencialmente muy peligrosas y pueden provocar enfermedades graves o incluso la muerte», asegura el experto.
Además, resulta imposible establecer un límite “seguro” de consumo de alcohol porque cualquier consumo puede producir efectos tóxicos. «Es muy importante incidir en el hecho de que algunas interacciones no están relacionadas con dosis elevadas de alcohol y pueden aparecer incluso con una copa de vino o una cerveza”, afirma el dr. Miguel Marcos Martín.
Entonces, ¿qué pasa si mezclo antibióticos y alcohol?
Con determinados antibióticos, como el metronidazol (que se suele prescribir para infecciones en la boca y o vaginales), existe el riesgo de efectos secundarios potencialmente graves incluso al ingerir una mínima dosis. No hay que beber ni una gota porque el fármaco interfiere con la capacidad del organismo de eliminar el alcohol de la sandre y acaba acumulándose en el organismo.
Otros antibióticos sufren una disminución de su efecto (es el caso de la doxiciclina, que se usa en afecciones de la piel) o un incremento en el riesgo de toxicidad hepática (como sucede con los antituberculosos).
En cambio, un antibiótico muy consumido como la amoxicilina no interacciona con el alcohol… aunque si se combinan amoxicilina y alcohol se puede producir irritación de la mucosa gastrointestinal. Dado el potencial efecto grave de algunas de estas interacciones, lo más seguro es consultar con el médico sobre qué antibiótico nos está recetando y qué efectos indeseados puede provocarnos si, al final, decidimos que no podemos renunciar a una copa de vino en la cena.
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