Posiblemente entre tus propósitos beauty del nuevo año esté el de esmerarte un poco más en el gimnasio o tomarte en serio de una vez por todas los entrenamientos de ese deporte que te gusta, pero que poco a poco va quedándose en un segundo plano por la falta de tiempo o de ganas. Este año, si perseveras, seguro que consigues integrarlo en tu rutina diaria, pero toma antes algunas precauciones para que no le pase factura a tu piel.
Si vas a ejercitarte al aire libre, es importante que te pongas siempre un fotoprotector. Grábatelo en la cabeza: la única ocasión en la que no es obligatorio el fotoprotector es de noche; en todos los demás casos, no hay escapatoria. Haga sol, esté nublado, sople el viento o luzca el sol, es prescriptivo, porque la radiación atraviesa también las nubes. Y ya sabrás que el daño del sol sobre la piel es la primera causa de envejecimiento cutáneo, por no hablar de las manchas que ocasiona. No decimos más.
Por otra parte, el deporte outdoor, cuando se realiza en las grandes ciudades, lleva aparejada una consecuencia nada deseable: la polución y su efecto pernicioso sobre la piel, lo que se conoce como estrés oxidativo. Y es que hacer ejercicio tiene una cosa buenísima –es cardiosaludable– y una no tan buena: al consumir más oxígeno se generan más radicales libres, que dañan el colágeno y la elastina de la piel y son los responsables de las arrugas. Combate todos estos efectos aplicándote cremas que contengan vitaminas A, C y E.
Si lo haces con cierta intensidad, no importa el tipo de disciplina que practiques, enseguida notarás que el ejercicio deshidrata. Esa pérdida de agua no es invisible, se deja ver a corto plazo en forma de una piel más seca y con las líneas de expresión más marcadas. Si quieres evitarlo, hidrátala a conciencia antes de salir y también al terminar la sesión, previa limpieza del cutis, con fórmulas que contengan ácido hialurónico.
Y si tu deporte es acuático, ten mucho cuidado, porque en la piscina flotan numerosas sustancias químicas que pueden provocar descamación, erupciones u otro tipo de dermatitis. Trata de que penetren lo mínimo en tu piel aplicándote antes de sumergirte en el agua cremas oleosas que formen una película que impida el acceso de estas sustancias y evite la pérdida de agua y la sequedad de la piel. Al terminar sé muy pulcra en la limpieza para evitar irritaciones posteriores y restablecer el pH de la piel.
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