Marta Luisa y Ari Behn: el matrimonio más insólito de la realeza europea

Artículo publicado originalmente en agosto de 2016 y actualizado.

Podría decirse que era la crónica de un divorcio anunciado. Solo un mes antes, en 2016, la familia real al completo celebraba el 25 aniversario de la consagración del rey Harald en el trono en la vieja ciudad medieval de Trondheim. Los fotógrafos pudieron recoger ese día la imagen de Ari Behn del brazo de tía Astrid. Sin embargo, tras la misa en la Catedral de Nidaros –donde 14 años atrás se casaba la princesa Marta Luisa, primogénita de los reyes de Noruega, con el escritor de origen danés, Ari Behn– celebraban una gran fiesta y la Familia saludaba desde el balcón del palacio real de Stiftsgården.

Allí estaban todos. Incluso Marius, el bello hijo de la princesa Mette-Marit. También la princesa Astrid, hermana del rey Harald. También las tres hijas del ausente: Ari Behn, el marido de la princesa Marta Luisa. Su ausencia en la foto del balcón se justificó como despiste, pero nunca hay despistes en un posado real. Ari acudió a la cita pero no estuvo en las fotos más significativas de la jornada.

Y es que sus suegros llevaron muy mal la última “travesura” del marido de su hija. Había ocurrido el pasado noviembre de ese año. Ari asistió a una cena con estrellas nacionales donde coincidió con Marna Haugen, una bloguera de éxito en Noruega. El yerno de los reyes se mostró especialmente cariñoso con la espectacular rubia y, al finalizar la cena, se fotografiaron en un fotomatón de la ciudad mientras el marido de la princesa hundía su cabeza en los pechos de Marna. La bloguera se moría de risa, y decidió subir la imagen a las redes, lo que le sirvió de argumento para quitar hierro al asunto con una frase ambigua: “¡Qué fotos más excitantes…! Cuando estoy borracha hago travesuras”.

Pero a Harald y Sonia no les parecieron tan excitantes las imágenes y, aunque no hubo comunicado oficial, desde su entorno más cercano mostraron su decepción por la actitud del yerno. Esas fotos ponían en entredicho el matrimonio de su hija y proviocaban vergüenza a sus nietas, Maud Angelica, de 13 años, Leah Isadora, de 11, y Emma Tallulah de 8, al ver a su padre en una situación tan comprometida.

ARI, DE PROFESIÓN PROVOCADOR

Desde la boda celebrada catorce años atrás, los reyes acataron de mala gana las provocaciones de Ari. En más de una ocasión tuvieron que explicar que él no formaba parte de la familia real. Les resultaba complicado justificar tantas salidas de tono: deambular por las calles de Londres como un vagabundo pidiendo limosna, disfrazarse de drag queen en Barcelona, coquetear públicamente con las drogas al participar en un documental esnifando cocaína junto a unas prostitutas…

Ari era transgresor y provocador y a nadie había engañado. Junto a Marta Luisa de Schleswig-Holstein-Sonderburg-Glücksburg, cuarta en la línea de sucesión al trono de Noruega, formaba una de las parejas más atípicas de la realeza. Pero hay que reconocer que su aire bohemio, romántico, su pelo gris y apostura, vestido de frac y adornado con las condecoraciones reales, lucía sumamente atractivo en los salones regios. El día de la boda con su hija, el rey Harald pasó por alto la biografía que acompañaba a su yerno y destacó en su discurso: “Lo más importante es que tú eres el que hace feliz a Marta ”. Pero antes del enlace también dejó claro que tras el matrimonio él no tendría actividades de representación de la Corona.

Aquel día de 2002 en Trondheim, Ari Mikael Behn (apellido de soltera de su abuela materna) escritor, dramaturgo, hijo de maestros, confesaba a su princesa ante los representantes de las casas reales de todo el mundo presentes en la boda: “Nunca he conocido una persona con más fuerza que tú. Nunca he conocido una persona que tenga un corazón más poderoso que el tuyo. Nunca he conocido a una mujer que tenga la misma belleza interior que tú. Querida Marta: eres la luz que vence a la oscuridad. Saber que estás, me hace saber que también Dios está cerca. Junto a ti no temo la muerte por más tiempo. Junto a ti, la vida es eterna. Junto a ti, Marta, la vida se puede vivir. Eres observadora y no tienes miedo de contar lo que ves”.

UNA RELACIÓN ABIERTA

Toda una declaración pública de amor y admiración que fue poco a poco aplacándose. Primero fue la confesión acerca de la relación abierta que mantenían: "Nuestro amor es más fuerte que nunca, pero nos permitimos flirtear con otras personas. En este sentido, somos muy libres. Si no, sería espantoso. Si sientes que tu pareja te limita, mantienes una relación enferma. La nuestra es abierta y respetuosa, aunque debemos trabajarla. No todo va siempre de maravilla. Hay altibajos, pero es importante conservar la libertad, el entusiasmo y la generosidad. Lo increíble de Marta es que siempre me ha dado libertad total, como artista y como personaje público".

Hace nueve años ya era un secreto a voces: la pareja hacía vidas separadas. El motivo, al parecer, era la depresión que padecía Behn, quien ha ido concediendo entrevistas a distintos medios para disgusto de los padres de su ya exmujer. "Más pronto o más temprano, me echarán a patadas de casa. Mis hijas y mi esposa son lo mejor del mundo, pero reconozco que soy un compañero difícil ", declaraba Behn.

La crisis los llevó a abandonar el país para instalarse en Londres. La inestabilidad de la pareja se había convertido casi en un vodevil debido a las actividades profesionales de Marta Luisa: su empresa, Astarte Inspiration, ofertaba seminarios y talleres inspiracionales y libros espirituales. Ella hablaba sobre sus charlas con su ángel de la guarda. La princesa, antaño extravagante, vestía en tonos celestiales y tanto su atuendo como su sonrisa, heredada de su padre, emanaba la luz espiritual que buscaba. Pero nadie entendió en su país la hipersensibilidad de Marta y Ari.

Oficialmente el motivo del traslado era que sus hijas aprendiesen la lengua inglesa. Pero Ari habló una vez más: "Estoy harto de esa mentalidad que ensalza la mediocridad. Harto de personajes pequeños y de tener que andar siempre con cuidado ", explicó al diario noruego VG, del que es colaborador. Le criticaban también el haber desvelado su voto al partido Laborista de Noruega. Las paredes de Palacio se tambaleaban de nuevo.

El final de la historia lo puso el comunicado oficial emitido en 5 de agosto de 2016 y en el que no solo se hacía referencia a las condiciones de la separación de la hija de los reyes y el escritor. Tras explicar que ambos compartirían la custodia de sus hijas y que la princesa se instalaría en la residencia de Lommedalen, donde nació la pequeña de sus hijas Emma Tallulah; hablaron de los asuntos del alma que tanto les habían ocupado en estos años: “Es muy triste para los dos descubrir que no continuamos el camino de la mano. Es terrible comprobar que no hallamos solución. Lo hemos intentado durante mucho tiempo, pero nos resultar imposible continuar el camino juntos. Nos sentimos culpables porque no somos capaces de crear un lugar seguro para compartir con nuestras hijas. Oramos y esperamos lograr paz en este delicado proceso”.

Los padres de Marta Luisa también se manifestaron sobre la separación de su hija mayor: “son muchas personas las que se ven afectadas cuando se disuelve un matrimonio. Resulta doloroso y triste. Estamos encantado con Ari y muy agradecidos por la convivencia de todos estos años. Nuestro deseo es mantener una buena relación con él en el futuro”.

La madre de Ari, Marianne Solberg, se pronunció a través de Facebook en el mismo sentido: “Han compartido años hermosos y Marta formará siempre parte de nuestras vidas ”.

La separación de Marta Luisa y Ari, fue una más en la larga lista de divorcios reales. Los Windsor algo saben al respecto: de los cuatro hijos de la reina Isabel y Felipe de Edimburgo, tres se divorciaron, Carlos y Diana, Andrés y Sarah Ferguson y Ana y Mark Phillips. En la corte danesa se divorció el segundo hijo de la reina, Joaquín de Alejandra de Frederiksborg y en la española, la infanta Elena y Jaime de Marichalar. Sin olvidar a Carolina de Mónaco divorciada de su primer marido Phillipe Junot y separada de hecho del tercero, Ernesto de Hannover.

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