El pasado sábado, Internet se despertaba con vídeos de Greta Thunberg por do quier. Su discurso, que llamaba a la acción de las grandes esferas de poder, era retuiteado, reposteado y compartido a una velocidad apabullante, «La emergencia climática no es un problema de futuro, sino que nos está afectando ya. Hay gente que está sufriendo y muriendo hoy», afirmaba la activista entre vítores el viernes en la Casa Encendida de Madrid.
¿Las redes? Seguían minuto a minuto los pasos de una de las activistas por la emergencia climática que más se buscan en Google. Para unos, un alma luchadora que defiende con uñas y dientes la causa en la que cree, para otros, solo una niña que no sabe lo que está haciendo, enredada en una red que manipulan los lobbies ecologistas. Para Carmen Lomana, por ejemplo, Greta queda definida en quince palabras. Una oración: «Esta niña es patética y sus padres más que la explotan sabiendo que está enferma». Llega el momento de afrontar que además, Greta no es una adolescenete cualquiera, tiene síndrome de Asperger. ¿Por qué la masa la desprestigia? ¿Se debe a su condición de activista por el clima, su condición de niña -haciendo especial hincapié en su género femenino- o su enfermedad?
¿Quién es Greta Thunberg?
- Es una activista medioambiental de 16 años que ha conseguido labrarse un hueco en las Cumbres medioambientales más importantes.
- Saltó a la fama por su perseverancia. En 2018 comenzó a ir todas las semanas al Parlamento sueco para demandar medidas contra la emergencia climática.
- En una entrevista para la BBC, Greta afirmó que tenía Asperger, algo que utilizan sus detractores para silenciarla. Greta lo ve como un «superpoder». Sino fuera por esta condición, ella misma ha afirmado que no sería una activista tan apasionada.
- En mayo de 2019 fue portada de la revista ‘Time’, que la calificó como la líder de una nueva generación por su compromiso medioambiental.
El miedo al cambio, imaginamos, también tiene mucho que ver en esta desconfianza de los que la critican. El discurso que perpetúa Greta quiere poner patas arriba todo lo que consideramos ‘normal’. Para frenar la subida de temperaturas, los huracanes, tifones, lluvias torrenciales, es decir, la crisis climática en mayúsculas, hay que hacer muchos sacrificios. Y no todo el mundo está dispuesto: cambiar el modo de consumo tanto alimentario como de bienes de todo tipo. No a productos que en su fabricación generen perjuicios al medioambiente. No a métodos de transporte contaminantes. No al petróleo. No a fibras sintéticas. No a microplásticos… y así, podríamos estar días y días. Sin duda, no es un asunto sencillo.
La Cumbre por el Clima: Adiós Chile, hola Madrid
Este fin de semana se ha celebrado la Cumbre por el Clima en Madrid. En teoría, Greta no llegaría hasta esta semana, pero el viernes 6 hizo una aparición estelar que inmovilizó a media capital. Llegaba a España después de un viaje muy largo y es que, estaba en el lado equivocado del Atlántico. A 9.366 kilómetros de distancia, en Los Ángeles. La travesía era larga y más, si tenemos en cuenta la perserverancia de Greta por utilizar medios de transporte no contaminantes. Las revueltas en Chile cambiaron su agenda; atravesó Estados Unidos en coche eléctrico y tren.
¿Cómo llegó a Europa? En catamarán. 21 días (lo que tarda en crearse un hábito, ¿casualidad?) invirtió la adolescente en cruzar el océano. Llegó a Lisboa y de ahí, partió hacia Madrid en tren. Anecdóticamente, este último trayecto no fue del todo sostenible, ya que las vías del tren nocturno entre ambas ciudades no están electrificadas. Llegar, llegó, de eso no hay duda. Pero son muchos los que dicen que el espectáculo fue innecesario: una niña no debería pasar tanto tiempo en un catamarán en pleno invierno, decía un usuario en redes sociales. Ahí está esa palabra otra vez, niña. Y una palabra nueva, ‘catamarán’ que ha sido carne de cañón para los usuarios de redes sociales desde que se supo qué medios de transporte había elegido la joven.
Greta puso pie en la estación de Chamartín acompañada de su ya característica pancarta, «skolstrejk för klimatet». Escrito en letras negras y desiguales, ‘Juventud por el clima’ o ‘Fridays por Future’, hace referencia al movimiento internacional estudiantil que se manifiesta con el objetivo de reclamar acciones contra el cambio climático. Ahí otro de los debates existentes con Greta, ¿no debería estar estudiando? Según el portavoz parlamentario de Vox en el Congreso de los Diputados, Iván Espinosa de los Monteros, Greta «estaría mucho mejor en el colegio». La pregunta, queda en el aire. ¿Qué preocupa más, el impacto que genera Greta o que no vaya al colegio? Y sobre todo, ¿por qué?
La guerra de Greta no es solo climática, pasa también por hacerse oír. Pero más importante, escuchar. Esa misma tarde lideró la marcha por el clima que recorría el corazón de la capital. Pero parece que no es suficiente para aquellos que consideran este asunto una tontería. Como Donald Trump, uno de los primeros personajes públicos en declararle la guerra a la joven. Lo de que no se lleva bien con el cambio climático, es una historia vieja. Con un simple comentario «Parece una niña muy feliz que espera un futuro brillante y maravilloso. ¡Qué lindo verla!» como respuesta a su conmovedor discurso en la Cumbre de acción climática de las Naciones Unidas, el presidente de Estados Unidos desacreditaba las palabras de Greta. Palabras, que ni más menos, la catapultaban hacia el ojo público más que nunca y que ella, hizo suyas. Las conviritó en un arma, y con mucho humor, las puso en la biografía de su cuenta personal de Twitter como respuesta pública. No le hicieron falta comentarios hirientes ni respuestas ingeniosas. Un simple copiar y pegar hizo el resto. ‘Centennial’ tenía que ser.
Decía en el encuentro que ha llevado a cabo con científicos en la Cumbre del Clima de Madrid (COP25) hace escasas horas que «la ciencia no está al alcance de todos» y que uno de los principales problemas es que las teorías de los científicos no están representadas en los medios de comunicación. Greta sigue en Madrid. Está previsto que mañana siga participando en los actos de la Cumbre. Claro está que no da puntada sin hilo. Cada interveción que realiza tiene un por qué, está perfectamente estudiada. Clarifica, siempre que puede, su papel como activista. «Yo no soy científica y por eso, hemos invitado a estas personas, para mostrar lo que realmente debe saberse, porque no nos queda mucho tiempo como para permitirnos excluirles» comentaba de forma breve antes de dar paso en el panel a los invitados. Los vicepresidentes del IPCC Ko Barrett y Youba Sokona, la científica Rachel Ceetus y el investigador Sivan Karta, del Instituto de Medio Ambiente de Estocolmo, que agradecieron tanto a Greta como a la activista alemana Luisa Neubauer su compromiso con la causa.
Los negacionistas siguen en su línea: negando. Negando el cambio climático, la presencia de las nuevas generaciones, -más concienciadas que nunca- y negando a Greta. Para ellos, los problemas en el futuro próximo derivados del declive medioambiental no existen. Son un fantasma. ¿La educación? La respuesta, pero no solo de los niños. “Hay que educar a los adultos, no hay tiempo para esperar a que los niños crezcan hasta ocupar puestos de poder”, afirmaba la activista. “Los jóvenes podemos hacer mucho, pero antes tenemos que estar informados» ratificaba. La formación y la educacuón, dice «son necesarias para presionar a las personas que están en el poder, los jóvenes no tenemos los conocimientos científicos suficientes, ni sabemos ocuparnos de enseñar a los niños”.
Después de los vídeos virales, las fotos, los memes y los comentarios negativos, algo queda claro. Greta está haciendo ruido. Un ruido muy necesario que está despertando conciencias y generando miedos a los poderes que se niegan a aceptar la situación de emergencia. Porque Greta no es solo una activista por el clima, es unaadolescente con voz propia que se presenta como el nuevo ejemplo de las juventudes para movilizarse. Greta es icono (Alexandria Villaseñor ya sigue sus pasos). Greta es el cambio que necesitábamos y que tanta falta hacía. «No hemos conseguido nada», afirmaba hace unos días. Greta, estás equivocada. El primer paso es el revuelo, el segundo que hablen de ti. Y lo has conseguido. Ambas.
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