Había avisado Tamara Falcó en su cuenta de Instagram que este puente lo iba a pasar en familia. El máximo responsable de este plan no era otro que Enrique Iglesias, que no se prodiga mucho por esta tierras, pero que el pasado sábado tenía que cumplir con su agenda y pasar por Madrid para ofrecer un concierto. Y, ya de paso, estar unos días con los suyos.
Casi la familia al completo, se plantó allí, en el Wizink Center, para arroparle y disfrutar de su música. Lo hicieron. Tanto, que ayer no había persona que se hubiese dado una vuelta por los medios de comunicación y que no hablase de la capacidad de Enrique para reunir en torno a su música a tantos miembros (entre ellas sus hermanas Cristina y Victoria) de uno de los clanes más importantes de nuestro país.
Mientras él cantaba, les pudimos ver bailar y corear esos temas que se saben de memoria. Algo emocionante. Casi tanto como aquella imagen que tenemos en la retina de Isabel Pantoja tararendo los temas de su Kiko Rivera cuando estaba en medio de ese encierro en el que apenas se dejaba ver.
Pero el momento emocionante de la noche llegó después. Cuando el artista se bajó del escenario y se apagaron las luces. En el ‘backstage’, Isabel hizo de lo que es: una madre. Se abrazó a Enrique con ternura y le susurró algo al oído. Alguno de los presentes estuvo rápido para inmortalizar el momento y mostrar la faceta más dulce de la Preysler.
Todo este torbellino de sensaciones llega tan solo unos después de esa entrevista de Enrique en ‘Icon’ en la que revelaba los momentos complicados que ha pasado con su familia, sobre todo, cuando se marchó de casa para apostar por su sueño de abrirse camino en la música. Y con su padre, Julio Iglesias, como verdugo de sus sueños. Hoy, sabemos quién tenía razón hace más de 20 años.
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