Qué ha pasado en el capítulo 33 de ‘Infiel’, la serie turca de Antena 3

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    Tras saber que su hijo está sufriendo bullying en el colegio de Estambul, Asya abandonó su vida en la ciudad y regresó definitivamente a Tekirdag. Por otro lado, Gönul se enteró de que su yerno quería vender la casa en la que vive con su hija. No sabe muy bien que es lo que pretende, pero piensa averiguarlo. Así pues, habló con el agente inmobiliario que estaba encargado de la transacción y le ofreció una fuerte suma por la propiedad.

    Cerca de allí, Nil, que también ha decidido volver a su antiguo hogar, se encontró con Selcuk, quien ahora es propietario de un restaurante. La joven, que necesita urgentemente un trabajo, decidió postularse como la nueva pinche de cocina del local de su exnovio. Parece que ha entrado con buen pie, pues el chef, nada más probar una de sus creaciones, la contrató al instante.

    Cuando llegó la hora de cenar, el cocinero le pidió a Nil que llevase uno de los platos a la mesa de Selçuk. A la joven se le rompió el corazón cuando vió que una atractiva desconocida se acercó a su ex y le plantó un beso en los labios. Por su parte, Bahar y Melih ya habían regresado de su luna de miel. Ahora tocaba volver a la realidad y los compromisos.

    Al caer la tarde, el reciente matrimonio se presentó en casa de los Gülçü para cenar con ellos. La velada transcurrió con normalidad hasta que Gönul llevó a Bahar a una zona apartada y le exigió que acabase su amistad con Asya: “Eres la mujer de mi hermano y no puedes tener relación con ella”. La pelirroja se enfrentó a su cuñada y dio una negativa por respuesta.

    Alguien está vigilando a Aras

    En el hospital, el desconocido que chocó contra Asya despertó del coma en el que estaba inducido. La sorpresa de los médicos fue mayúscula cuando el paciente aseguró que no recordaba nada del accidente y tampoco cuál era su identidad. Asya, que había vuelto otra vez a trabajar en la clínica de Tekirdag, se hizo cargo del caso del hombre.

    Tras mucho investigar, descubrió que los recuerdos más difíciles de olvidar son los de la infancia, por lo que le llevó a su habitación una serie de juguetes con los que ella solía divertirse de niña. Minutos después, un desconocido se presentó en el cuarto del malherido. Al ver que este no le reconocía, se marchó del lugar. Ya en el pasillo del hospital, cogió un teléfono y marcó un número. “Acabo de encontrar a Aras, pero algo no está bien con él porque creo que no sabe quien soy”, dijo susurrando a la persona que estabaal otro lado de la línea.


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