El ballet era de chicas hasta que Billie Eliot apareció en pantalla. Cuando lo hizo, Rudolf Nureyev ya había dedicado su vida a este baile clásico, al igual que hicieron otros hombres como Vladimir Vasíliev o los más actuales, Carlos Acosta y Ángel Corella. Porque más allá de Anna Pávlova y todo el séquito de mujeres bailarinas que conocemos, ellos también fueron y son bailarines y, consecuentemente, vistieron y visten los atuendos característicos para practicar esta danza con fluidez y éxito.
Hablar hoy de distinticiones por géneros parece incoherente. La ruptura de fronteras se hace cada vez más palpable y todos los sectores comienzan a acercar posturas en pro de la diversidad, ayudando a conseguir la garantía plena de libertad que, hasta hace poco, no existía. Así lo está haciendo la moda abogando cada vez más por prendas no-gender (sin género) aptas para cada persona que las quiera vestir, sin discriminaciones ni distinciones.
La última prueba de ello que lo sentencia es la apuesta de calzado que firmas como Jil Sander, Maison Margiela o Dries Van Noten subieron a pasarela en la presentación de sus últimas colecciones. Aunque todavía la mayoría de los desfiles se encuentran separados en categorías de hombre y mujer, estas casas de moda han enseñado en los conjuntos de sus modelos cómo unas bailarinas pueden resultar aptas también para ellos, estableciendo un acercamiento estilístico que ya está conquistando también el ‘street-style’ de ellos.
Se trata de un modelo de bailarina absolutamente plana que aparece en diferentes versiones: desde con puntas cuadradas hasta en tejidos de piel o terciopelo. También a modo de mercedita (con una tira en horizontal de cierre a modo de mercedita), una de las corrientes ‘kid core’ que más nos recuerdan a nuestra infancia. Precisamente este último modelo es, además, el diseño de calzado de una de las tendencias que más hemos visto en temporadas pasadas y que ahora estamos recuperando en las calles de la mano de los estilismos de las prescriptoras de estilo más conocidas, que apuestan por firmas como Sveti Stefan, Le Monde Béryl o Vivi Venecia para completar sus looks, apostando por bailarinas de terciopelo y de color rojo como bandera.
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Si las bailarinas o merceditas siempre han reinado entre las francesas, que las han vestido tanto con calcetines como sin ellos, ahora también lo hacen más allá de sus fronteras y en todos los armarios, coronándose como el calzado más cómodo capaz de elevar cualquier conjunto.
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