Te mostramos 15 curiosidades sobre tu tripa en el embarazo

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Las mujeres cuando se quedan embarazadas experimentan un gran cambio en su cuerpo. Una de las transformaciones más notables es ver cómo poco a poco comienza a aumentar la barriga. Sin embargo, en la mayoría de ocasiones son pocos los detalles que conocemos sobre este acontecimiento. Por qué se sale el ombligo, por qué tengo más picores, o por qué me ha salido una línea negra debajo del ombligo, son algunas de las preguntas que suelen hacerse las embarazadas al ver los grandes cambios que comienzan a experimentar en su barriguita.

Lo importante es tener en cuenta que sufrir grandes cambios durante este proceso es normal, y en caso de duda siempre es recomendable consultar con tu médico. Además. hay que tener en cuenta que en la mayoría de ocasiones la transformación que sufre tu cuerpo con el embarazo podrá tener solución tras dar a luz. Realizar un buen ejercicio y tener una correcta alimentación serán dos detalles fundamentales que habrá que tener en cuenta durante el post parto para conseguir que puedas recuperar poco a poco tu figura.

A pesar de que loscambios durante el embarazo son normales, lo cierto es que algunos de ellos requieren de una consulta médica para descubrir por qué están surgiendo y saber si son una mala señal o no. Por este motivo, es muy importante conocerse a una misma y no intentar compararse con el resto. Para saber exactamente qué está sucediendo en tu cuerpo durante el embarazo y a qué se debe cada uno de los cambios que estás experimentando, lo mejor es consultar con un profesional y mantenerse informada sobre todos los detalles del embarazo.

Para ayudarte en esta tarea, te traemos 15 curiosidades que debes tener en cuenta durante el embarazo y que resolverán muchas de las dudas que te pueden surgir mientras ves cómo tu tripita comienza poco a poco a aumentar de tallas. Una situación que provocará que empiecen a surgir nuevas complicaciones como más vello en esa zona, picores o dolores constantes. A continuación, repasamos algunas de las preguntas más recurrentes que suelen surgir durante el estado de gestación y te hacemos algunas recomendaciones para que sepas cuál es la mejor forma de dormir sin sentirte incómoda ni dañarte ni a ti ni a tu bebé. De paso te sugerimos nombres si se trata de un niño y de una niña.

Casi todas las futuras mamás están deseando que se les note la tripa para presumir de ella. Es como llevar colgado permanentemente un cartel con la buena noticia.

En el primer trimestre la tripa crece por debajo del ombligo y tendrás la sensación de estar hinchada, más que embarazada. En otras palabras: tú sí notarás que la tripa te ha empezado a aumentar, pero con la ropa puesta es raro que los demás se den cuenta.

Al llegar al cuarto mes la cintura se redondea. Y a partir del sexto, que es cuando el feto empieza a coger peso más deprisa, la tripa crece por encima del ombligo.

Desde entonces te saldrá de debajo del pecho y seguirá así hasta unas pocas semanas antes del parto, cuando el bebé descienda hacia la pelvis.

En todo caso, se le notará antes a una mujer joven que esté en su primer embarazo y se mantenga en forma que a otra más mayor que ya haya tenido más hijos.

Las tripas de las embarazadas son más o menos evidentes en función de su volumen y su forma. Esta notoriedad depende de diversos factores:

La musculatura abdominal. Lo que más influye en una barriga “alta” o “baja”es el número de hijos que la mujer haya tenido. Cuando el abdomen está muy tonificado, la tripa tiende a estar alta. En cambio, si el abdomen está laxo por embarazos anteriores, la tripa suele estar más baja y prominente.
La posición del feto. Si el pequeño está colocado transversalmente, la tripa es más ancha; si se pone de pie, está más plana, y si el feto se coloca cabeza abajo, parece más picuda. No hay ninguna relación entre el sexo del bebé y la forma de la tripa.
La morfología materna. Las mujeres grandes y de caderas anchas suelen tener menos tripa que las mujeres pequeñas y de caderas estrechas. Otra circunstancia que también hace que el vientre sea más notorio es la curvatura de la espalda. En algunas mujeres se produce una lordosis lumbar muy acentuada que hace que el abdomen esté continuamente presionado hacia afuera, lo que aporta a la tripa una apariencia más grande.
Los embarazos previos. No sólo por la laxitud de los músculos, sino porque entre las semanas 30 y 32 el bebé se coloca cabeza abajo y si la mujer ha tenido más hijos, el pequeño puede ascender y descender por su pelvis, que está “dada de sí”, hasta que finalmente se encaje. Cada vez que suba y baje, el niño hará que la tripa de su madre parezca más grande o más pequeña, más alta o más baja.

A través de tu vientre tu futuro bebé y tú os comunicáis continuamente: él te dice si está despierto o dormido (se mueve más o menos), si quiere “jugar” (a partir de la semana 20 es capaz de seguir con sus manos el recorrido de tus dedos cuando te presionas el abdomen)…

Y si está inquieto, se calma cuando te acaricias la tripa y le hablas cariñosamente. Estos momentos tan entrañables se mezclan con otros en los que al mirarte en el espejo te preguntas si es normal tener la tripa tan grande o si debería haberte crecido más; por qué tú la tienes redonda y tu amiga picuda; por qué te pica tanto…

Resolvemos las dudas que te surgirán sobre la parte de tu cuerpo que más cambios va a experimentar en el embarazo.

Si tuvieras una ventanita en tu tripa para poder ver lo que hay en su interior, te sorprenderías mucho al comprobar cómo va cambiando en estos meses.

La placenta. Diminuta al principio de la gestación, al final de la misma pesará sobre el 15% del peso de tu hijo y parecerá una torta de 20 cm de diámetro.
El líquido amniótico. Entre las semanas 28 y 33 es cuando más cantidad se tiene y lo normal es llegar al final de la gestación con un litro o litro y medio.
El útero. En una mujer que no está embarazada, el útero suele pesar 100 g y medir unos 9 cm de largo. En el tramo final de la gestación esta cavidad puede llegar a pesar 1 Kg y medir alrededor de 35 cm.
El feto. Tu pequeñín, que sólo pesaba 2 g y sólo medía 4 cm en el segundo mes de embarazo, pesará alrededor de 3 Kg y medirá unos 50 cm cuando nazca.

A veces, cuando el útero crece y los músculos abdominales se separan, la parte interna del ombligo pierde tensión y se sale hacia afuera.

Generalmente la nueva madre recupera el tono muscular y el ombligo vuelve a la normalidad.

Si no ocurre así y la mujer acaba teniendo una hernia umbilical, la única solución es la cirugía.

La respuesta depende principalmente de ti y de tu pareja. La mejor postura será aquella en la que los dos os encontréis más a gusto.

Y aunque al principio apenas influirá, porque no se notará, a medida que avance el embarazo lo normal es que la mujer se sienta más cómoda en posiciones en las que su abdomen no esté aprisionado: tumbada de lado, de rodillas, sentada encima de su pareja…

Los especialistas afirman que la faja hace que los músculos abdominales no trabajen durante el embarazo y que en el momento del parto no tengan el tono adecuado.

No obstante, si la futura madre espera más de un bebé o tiene molestias de espalda, sí puede beneficiarse de ella si la utiliza con moderación.

Al distendirse tanto, la piel se reseca mucho y por eso pica. Los demás picores están asociados a la retención de sales biliares y no suelen tener importancia.

Ahora bien, si notas que tu piel adquiere un tono amarillento y los picores son muy fuertes, consúltaselo al médico enseguida para que descarte una posible colestasis gravídica.

Para aliviar la picazón puedes usar cremas calmantes que lleven camomila o caléndula. Evita la humedad y el calor, vístete con prendas de tejidos naturales y ten la tripa al aire siempre que puedas. Y procura no rascarte; no sentirás alivio y puedes romper los tejidos.

Es la llamada línea alba y está causada por la mayor cantidad de melanina que se tiene durante la gestación.

Se nota más en las mujeres de piel oscura y en las que han tenido más hijos y desaparece por sí sola unos meses después de dar a luz.

También es posible que tengas más vello en esta zona; no pasa nada, en cuanto tus niveles hormonales vuelvan a la normalidad después del parto, esta pelusilla se te irá cayendo hasta que desaparezca.

Altas o bajas, redondas o picudas… La forma de la tripa varía mucho de una embarazada a otra; es más, una misma mujer puede tener tripas muy diferentes en cada una de sus gestaciones.

Pese a las creencias populares, el sexo del bebé no tiene nada que ver en esto. La talla, el peso y la constitución de la futura madre son los factores que más influyen en ello.

En los últimos meses de embarazo, encontrar una postura para estar cómoda en la cama no es sencillo.

Los ginecólogos recomiendan la posición fetal, tumbada sobre el costado izquierdo y con un cojín entre las piernas; así se alivia el peso en los tendones.

Evita dormir boca arriba, porque en esta postura el peso de la tripa presiona la vena cava inferior, dificultando el retorno sanguíneo, lo que no es bueno ni para tu hijo ni para ti.

Sí, no tienes nada de qué asustarte. Sentircalambres en la zona baja del vientre es algo muy común durante la gestación, sobre todo entre las semanas 18 y 24.

Las estrías se forman cuando se rompen las fibras de colágeno y elastina de la dermis; al principio tienen un color entre púrpura y rojo y luego, cuando la tripa recupera sus dimensiones habituales, se vuelven blancas y se notan menos.

En el mercado hay una gran variedad de cremas preventivas. Elige la que mejor te vaya y repártela generosamente por tu tripa dos veces al día (y siempre después de la ducha o el baño), desde que sepas que estás embarazada.

Son contracciones. Y es que, aunque la mujer no lo note, el útero se contrae a lo largo de todo el embarazo (se va preparando para el gran momento).

A partir de la semana 24 es bastante común experimentar las contracciones conocidas como de Braxton Hicks, que son similares a las de parto, pero más suaves, y desaparecen con el descanso.

Pasar por un embarazo supone un cambio drástico para el cuerpo de la mujer, así que no tengas prisa.

Como mínimo tendrás que esperar a que pasen seis semanas después del parto para empezar a notar que las cosas empiezan a parecerse a como estaban antes.

Es importante que te alimentes de una manera equilibrada, especialmente si estás dando el pecho a tu hijo, y que dejes las dietas para después.

Lo que sí puedes hacer es comenzar a practicar algún ejercicio suave en cuanto te sientas lo bastante recuperada (andar a paso ligero, por ejemplo).

No hagas abdominales hasta que hayas tonificado los músculos del periné, porque podrías dañarlos. Y recuerda que si tu tripa ha estado creciendo durante nueve meses… ¡qué menos que darle otros nueve para que se recupere del todo!

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