El verano va llegando a su fin y todavía no hemos visto a Miranda Rijnsburger en ningún evento social en Marbella. La mujer desde hace 30 años de Julio Iglesias está instalada en la casa familiar de Ojén desde el inicio del verano y, como es habitual en ella en los últimos años, no ha protagonizado ninguna salida pública en la ciudad malagueña y prefiere disfrutar de la tranquilidad de su hogar junto a sus hijas Victoria y Cristina y al pequeño de la casa, su hijo Guillermo.
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A comienzos del mes de julio, Miranda aterrizaba en el avión privado del artista en Málaga para disfrutar de sus vacaciones estivales en España. Junto a ella llegaron sus hijas gemelas, Guillermo -de 14 años- y el mayor de sus cinco hijos, Miguel (o Michael), que hace una semana regresaba a Miami para continuar con sus compromisos laborales después de unos días de desconexión en nuestro país. Desde que la modelo holandesa conociera al intérprete de De niña a mujer, Marbella ha sido el lugar elegido por la familia para disfrutar del verano año tras año. En estas casi tres décadas, también Julio Iglesias les acompañaba pero ni el año pasado ni este el cantante ha viajado a Ojén debido a la situación sanitaria por la pandemia. Ya en 2020 prefirió quedarse en su casa de República Dominicana, donde está instalado desde que se desató la crisis por el coronavirus, y tampoco este verano ha acompañado a su mujer y sus hijos pese a que en un principio se dijo que podría llegar a mediados del verano.
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Largas caminatas por la sierra
Los días de Miranda en Marbella transcurren en la más absoluta discreción y de la forma más relajada. Le gusta salir a hacer trekking por la sierra y para ello se viste con ropa cómoda y deportiva que suele acompañar de una riñonera, gorra y gafas de sol para proteger su rostro de las altas temperaturas que hay estos días en el sur de España. En esos paseos por el campo suele ir acompañada por una de sus dos hijas y son ellas las que nos han dejado ver la imagen más natural de su madre subiendo un pequeño monte después de una larga caminata.
Por supuesto, los perros de la familia también han viajado con ellos a Marbella. Luke, Rocky y Leila, que además tienen su propio perfil de Instagram en el que las gemelas cuentan las aventuras perrunas de sus compañeros de vida, comparten salidas mañaneras con Miranda y con ellos recorre buena parte del terreno de más de 450 hectáreas que rodea la casa que Julio compró al torero Curro Romero hace más de veinte años. Pese a la cercanía de la mansión a Puerto Banús, una de las zonas más glamurosas de Marbella, que está a apenas diez minutos en coche, Miranda lleva varios años sin ir de shopping y sin salir a comer a esta zona. Cuando sus hijos eran pequeños, la modelo sí les solía ir a recoger a sus clases de tenis diarias pero ahora prefiere hacer vida en su hogar Las Cuatro Lunas, un auténtico paraíso con un edificio principal con siete habitaciones, ocho baños, cinco estancias para el servicio, infinity pool y un estudio de grabación.
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La visita de Paloma Cuevas
Si hay algo que a Miranda le gusta más que nada es montar a caballo, afición que comparte con sus dos hijas y que lleva a cabo a diario en Marbella. Además, lo puede hacer sin tener que desplazarse ya que como ‘extra’, la villa tiene establos en el que están los caballos de la familia y que las tres disfrutan y cuidan con especial cariño. Hace unos días, la familia recibió en su casa a Paloma Cuevas y su hija Bianca, de nueve años, y también apasionada de la hípica. "Muchas gracias, Victoria y Miranda, por lo feliz que la habéis hecho", escribió Paloma, que la semana pasada asistía a la gala Starlite en Marbella en su primera aparición pública tras su separación de Enrique Ponce, junto a un vídeo (compartido por Victoria Iglesias) de la niña saltando a caballo.
Las gemelas son sin duda la mejor compañía para Miranda y hasta de vez en cuando son ellas las que cocinan para su madre y su hermano una deliciosa pasta con especias recogidas en su propio huerto ecológico. Y el pequeño Guillermo les anima muchas tardes con divertidos karaokes improvisados o con sus piruetas y saltos en la piscina, donde pasan buena parte de la jornada tomando el sol o leyendo. La casa tiene además una bodega con capacidad para 2.000 botellas y una capilla que Iglesias mandó levantar para poder casarse ahí con Miranda el 24 de agosto de 2010 después de 20 años juntos.
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Sin cena de chicas este verano (por ahora)
El verano pasado, una de las pocas salidas que hizo Miranda fue para cenar con las gemelas, su amiga malagueña Azahara Margón, la estilista Ana Antic y su gran amiga Joy Bakker. Las cinco disfrutaron de una noche de chicas en el Hotel Finca Cortesin, situado en Casares (entre la Serranía de Ronda y la Costa del Sol), donde cenaron en la terraza del restaurante El jardín de Lutz, que fue galardonado con un Sol en la Guía Repsol en 2017 y está capitaneado por el chef alemán Lutz Bösing, que pasó por prestigiosos fogones como el Flanigan de Mallorca (uno de los favoritos del rey Juan Carlos) o el Hostal de la Gavina de Gerona.
La terraza es un espacio relajante y está situada bajo un cenador de olivos milenarios con vistas al mar. Tanto Victoria y Cristina como Ana Antic compartieron algunas instantáneas de la divertida velada, que estuvo amenizada por un grupo de jazz. Por ahora, no hemos podido ver a Miranda en ninguno de los restaurantes más famosos de la zona.
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