‘Los relojes del diablo’: Marco se enfrenta a la realidad al salir de la cárcel

  • Rodada en Italia, España y Bélgica, Los relojes del diablo recrea la peligrosa odisea vivida por Gianfranco Franciosi, un mecánico náutico italiano cuya labor de infiltración en un cártel de droga fue decisiva en la operación Albatros
  • Alessandro Angelini dirige a un elenco internacional, liderado por Giuseppe Fiorello, en el que figuran destacados artistas nacionales como Álvaro Cervantes, Alicia Borrachero, Carlos Librado ‘Nene’ o Michelle Calvó

    Tras ser condenado a ocho meses de prisión por la justicia francesa, Marco comparte celda con Pablo. El mecánico es consciente de que si Aurelio descubre que es un infiltrado, acabará con él y con su familia, por lo que acepta resignado la condena. Por otra parte, el subcomisario Vexina es despedido por su error, mientras en el hogar de los Merani la situación se complica.

    Después de salir de la cárcel, Marco afronta la dura realidad: el astillero está al borde de la quiebra, Flavia quiere separarse de él y los vecinos del pueblo creen que es un traficante de drogas. En Navidad, Aurelio lo visita y le entrega como regalo un costoso reloj. Merani rechaza el obsequio, pero el narcotraficante español le advierte de que no podrá deshacerse de él. Entretanto, la policía italiana lo presiona para que continúe la misión, pero él se niega. Mientras intenta reflotar el astillero, Marco se reencuentra con Alessia, un antiguo amor de juventud.

    Así comenzó Los relojes del diablo

    Marco Merani (Giuseppe Fiorello) es un mecánico especializado en preparar motores para embarcaciones marinas. Trabaja en un pequeño astillero de la costa ligur italiana cuando un día recibe la visita de Polverone, un excéntrico romano que le pide que modifique los motores de sus lanchas de buceo. Marco acepta el encargo, pero posteriormente, tras saber que su cliente ha sido asesinado por su implicación en el tráfico de drogas, informa de estos trabajos a Mario, su amigo y policía, que le asegura que él no ha hecho nada de lo que deba preocuparse. Sin embargo, dos personas acuden a verle semanas después para proponerle otro encargo: rectificar embarcaciones para el tráfico de estupefacientes. Movido por su conciencia, acude a la policía, que decide utilizarlo como cebo para infiltrarse en la red de narcotráfico.

    Este es el inicio del fin para Merani, que se ve obligado a mentir a su familia y a obedecer cualquier petición de su peligroso cliente, Aurelio Vizcaíno (Álvaro Cervantes), que le asegura que por cada trabajo que hagan juntos le regalará un valioso reloj para que recuerde que el negocio debe funcionar como un engranaje perfecto.

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