Nuestro desamor se habló en domingo. Al quedarme sola, pensé que si ese amor había acabado, también podía morir Franco Battiato. Qué infantil es el desconsuelo, llegué a pensar que era probable que me muriera yo antes que Franco.
Pongamos que se llamaban J. y S. y yo era ella. Nuestra historia empezó antes de enamorarnos, pero el amor empezó con una muerte, que no nos guió más ni mejor que Battiato, la única coincidencia entre nuestras pertenencias, junto a los mismos discos de Paco de Lucía y Camarón.
???“Este sentimiento popular nace de mecánicas divinas, como un arranque místico y sensual me encadena a ti…” ???
Es imposible que aquella muerte nos marcara. Siempre nos rodeó la vida. No tiene otra explicación la fuerza que se generaba entre su cuerpo y el mío, da igual si los pegábamos o dejábamos entre mi oreja y su pecho algún resquicio. No creemos en dios, sí en una especie extraña de equilibrio: por eso al separarnos, supimos que esos amigos del alma que no habían encontrado el amor, lo hallarían al romper nosotros. Y así pasó.
“Qué serio es”, me decía alguna gente quizá porque pensaban que yo no lo era. “Qué guapo”, comentaban otros mientras les oía pensar: “¿Qué hace contigo?” Pero la autoestima no fue nunca mi problema y yo sabía qué hacía J. con esta prenda: leer. Leíamos. J. y yo nos leímos a primer golpe de vista. Yo nunca conocí a nadie de su estatura. Y no hablo de su 1,90 m, hablo de sus alcances: a los que llegan los seres de frente amplia, esos que sólo creen en el presente.
???”Bist du bei mir, geh ich mit Freuden Zum Sterben und zu meiner Ruh…”???
Acaparábamos toda la energía. Lo sabían también nuestras familias y abusaron, a ratos, un poco de aquella supernova. Pero nada podía con el remolino que se hacía entre su seso y el mío. No importa que fuéramos muy distintos, ni que discutiéramos tanto. Nunca hizo falta redactar ninguna norma.
???“El animal que yo llevo dentro no me ha dejado nunca ser feliz…” ???
Era uno de sus versos favoritos de Battiato porque en él se reflejaba. Llegué yo y no cambió: la fiera se volvió aún más fiera pero fue feliz. Lo fue, lo sé. Igual que sé que con él de jaleador, mi fuego se redobló y fui feliz sin reducir ni un ápice de mi vigor.
De fondo, siempre sonaba Franco. Incluso en aquellos días en los que ni él ni yo sospechábamos que compartiríamos casa, pero yo ya retaba a J. diciéndole a la cara lo más evidente: “Qué guapo eres”. Se lo soltaba y me iba, dándome igual qué pensara porque de alguna manera yo sabía que era mío.
???”Che siamo angeli caduti in terra dall’eterno senza più memoria: per secoli, per secoli, fino a completa guarigione…” ???
Decir “mío" es decir nada, soy consciente. Nada ni nadie es nuestro, sólo pasa, pero lo escribo así para que se me entienda. Y porque he cometido ya varias faltas de elocuencia. La primera fue aquel relato que le dediqué en mi primer libro. Lo titulé “Amor gravitacional” y fue una estupidez porque suyas eran todas las páginas, no aquellas pocas. Más que mías, porque yo las escribí, pero él me alimentó.
Cree en mí más que yo misma. O creía, pues no puedo asegurar que lo que se pierde con el amor no sea la fe. Lo intuyo porque noto que no siempre me traduce, no porque no le salga, más bien lo evita, del mismo modo que yo me muerdo la lengua a veces para no decirle "Qué guapo eres”. No, ya no es mío. Ya no pasa.
??? “Lo que te une, te dividirá. En mis recuerdos, la cuarta Sinfonía de Brahms…"???
Hace dos primaveras se murió Rafael Sánchez Ferlosio y yo me quedé un poco huérfana. También él nos acunó de otra manera. Mi amiga Verónica entendió tan bien la pérdida que cuando llegué a su casa, donde me cobijó, vi un libro suyo encima de mi cama, que era la suya, y un jersey negro.
Hablé con J. "Sólo me queda Battiato", le dije y él rio y luego calló porque él mejor que nadie sabe que a la exageración recurro cuando preciso refugio. “Qué pena más grande”, le dije volviendo a Ferlosio y él me respondió: “Eso es hacerse mayor”. “¿La pena o quedarse sola?”, repliqué yo. “Perder a tus referentes”, me contestó y creo que se refería ya a nuestro amor.
??? ”Mio amore, mio dolce, mio meraviglioso amore, dall’alba chiara finché il giorno muore, ti amo ancora sai, ti amo…” ???
Alguien pensará que nos rendimos, pero no. Y así nos abocamos a lo ordinario. Fue en la semifinal, cuando caímos en la tentación de ser los viejos amantes de Jacques Brel. A ellos también les cantó Battiato, a esos dos que son millones, a esos dos que perdieron el misterio y la fiebre de conquista, pero se quedan ahí, sin calor pero sin frío, porque se quieren.
Pero no. La “dulce guerra” no era para nosotros. Y elegimos amputar con la sangre aún latiendo a ratos, con los ojos aún reconociéndose, porque nunca nos casamos pero nos habíamos jurado no convertir jamás al otro en una planta.
???"Ancora un altro entusiasmo ti farà pulsare il cuore, nuove possibilità per conoscersi e gli orizzonti perduti non si scordano mai"???
Toda heroicidad tiene secuelas: hoy, cualquier historia de amor que otro me cuenta me parezca muy pequeña. “¿Tú has amado como yo?”, me han dado ganas de responder a veces y me callé. Menos mal, porque una noche, da igual cuál y qué pasaba, me di cuenta de que no era una pregunta que quisiera lanzarle a todo el mundo ni tampoco al aire. Era una pregunta trampa para una única destinataria: la mujer que dormirá en los brazos que dormí yo un total de 6.000 noches.
Sí, las conté, para poder decirle un día “no podrás llegar donde llegué”. Una forma ruin de disuadirla, un último intento de competir. Pero es mentira. Claro que llegará. Porque no fui yo quien hizo bueno al bello, del mismo modo que no fue él quien me hizo a mí mejor mujer, lo hice a su lado, pero lo hice sola. Y él también.Por tanto, hermana, seas quien seas, sé que vienes de camino. Así que voy a ser quien soy de veras: te doy mi sincera bienvenida al club de la fortuna.
???”Y te vengo a buscar, con la excusa de tenerte que hablar porque me gusta lo que piensas y dices, porque en ti veo mis raíces…”???
Eso no cambia. Oh, no, eso no. Por lo que traíamos puesto y nos unió y por lo que adquirimos. Yo, contigo y con Franco de fondo, aprendí que nunca cogeré, ni sola ni con nadie, un tren hacia Tozeur; que nunca anhelaré otra vida; que sea mayo o abril, es mejor una canción a dos voces que una chanson egocentrique; que a veces hay que morirse un poco para seguir viva; que si a mí me gusta Schubert no es por Ian Bostridge sino por ti; que son los pájaros los que dan perspectiva al mundo; y que no existe el futuro, pero sí el amor y la prueba irrefutable, corazón, es este desamor mutuo y profundo.
???"Arriverderci, amore, ciao…"???
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