Los patitos y la tortuga

Hace casi treinta años una tormenta terrible sacudió un carguero en plena travesía por el Pacífico Norte. Zarandeado por el oleaje y el viento, al carguero se le cayó por la borda uno de sus contenedores. Dentro llevaba casi treinta mil muñecos de plástico para la bañera: patitos amarillos, tortugas, ranas… Meses después cientos de aquellos patitos llegaron a la costa de Sitka, en Australia. También allí habían orillado antes decenas de zapatillas Nike de otro barco que las perdió por otra tempestad dos años antes. Neptuno celebra sus cumpleaños convirtiendo el mar en una piñata.

Leo la noticia en El País. Recuerda que aquellos hallazgos dieron pie a varios científicos para tratar de predecir las corrientes marinas. Hoy, sigue el artículo, cuatro matemáticos españoles han predicho que el mar es impredecible, resolviendo así, aunque no fuera el objetivo, el misterio de los patitos de goma. Para ello han diseñado una máquina abstracta de agua con la que intentar recrear el océano. Con un punto de entrada -por ejemplo, donde los patitos habrían saltado por la borda- y otro de destino, y repetido el proceso, se concluye que no hay capacidad para saber qué sucederá, dónde acabarían los patitos.

Otro teorema, menos matemático, ha circulado mucho últimamente por las redes: el de la tortuga y el poste. Va uno caminando por campo abierto y de pronto se encuentra con un poste con una tortuga encima. Lo primero que se pregunta es qué hace esa tortuga. Después cómo ha llegado ahí. Luego quién la ha colocado ahí. Son, básicamente, las tres mismas preguntas que nos hacemos cuando observamos a algunos políticos. Y ya apenas importa por qué campo vayamos; o al menos esa impresión tenemos. Gracias a las matemáticas, como contaba la noticia, sabemos que éstas no son suficientes para anticipar el mar. Es más fácil hoy predecir la impredecibilidad que saber cómo llegaron algunos donde están o qué hacen. Seguramente lo sea también encontrarse con uno de esos patitos que llevan treinta años buscando orillas en las que vararse que esperar algo bueno de ellos. El siguiente reto científico debería ser predecir qué sucedería si se echaran 30.000 políticos juntos por la borda al mar. O si pusiéramos una tortuga en su lugar.

David López Canales es periodista freelance colaborador de Vanity Fair y autor del libro ‘Un tablao en otro mundo’ (Alianza). Puedes seguir sus historias en su Instagram y en su Twitter.

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