Naty Abascal, la aristócrata y musa de Valentino y Oscar de la Renta, es una de las mujeres más elegantes y bellas de nuestro país. Este domingo, la sevillana, ha descubierto el secreto de su belleza: su madre. Con el pelo recogido y mantilla, llama la atención el primer plano de una guapa mujer de ojos claros. "Mamá, nunca te olvidaremos, siempre en nuestros corazones, un ejemplo de educación, belleza, generosidad, inteligencia, buen gusto…. la mejor madre del mundo", escribe Naty Abascal a su madre, María Natividad Romero-Toro y Noriega, fallecida en Sevilla en 2005 a los 88 años.
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Natuca, como la llamaban sus íntimos, hija del marqués de Romero de Toro, fue la primera mujer que abrió una boutique en la capital andaluza. Se casó con el padre de Naty Abascal, Domingo Abascal y Fernández, un adinerado abogado, dueño de olivares y un próspero negocio de aceitunas, y juntos tuvieron 11 hijos.
La vida transcurría de manera tranquila y acomodada en la familia Abascal Romero cuando el modisto cordobés Elio Berhanyer propuso a Naty Abascal y a su hermana gemela Ana María que presentaran su colección en Nueva York durante la Exposición Mundial de 1964. Tenían 21 años y aceptaron. Nacía un icono de moda.
Conocieron al fotógrafo Richard Avedon y posaron juntas para él. Poco después, ya solo Naty, volvió a ser objetivo del considerado uno de los fotógrafos más importantes del siglo XX. La maniquí estaba a punto de hacer historia mudándose a Estados Unidos y trabajando con los grandes modistos del momento. Llamó la atención de Woody Allen y Salvador Dalí, que la inmortalizaron en sus obras. Trabajar con ellos fue "fantástico", aunque a sus padres no les entusiasmaba la idea, como ella misma contó en XLSemanal: "A los pobres les conté una mentira. Les dije que iba a hacer un desfile de una cosa benéfica. Les comenté. En una semana vuelvo , y me quedé dos años y medio. A mis padres les horrorizaba. En aquella época, que una niña se fuese allí era como un pecado mortal. Yo arrancaba las páginas de las revistas y se las mandaba para que vieran que yo estaba haciendo eso, porque, si no, podían creerse que hacía cualquier cosa Y ya se quedaron más tranquilos, pero al principio estuvieron sin hablarme no sé cuánto tiempo".
El resto lo conocemos: se divorció del escocés Murray Livingstone Smith y ya de regreso a Sevilla, se casó con el duque de Feria a quien conocía desde que eran niños y fue el padre de sus dos hijos, Rafa y Luis Medina. Volvería a separarse y a reinventarse -muchas veces en sus 78 años- sin dejar de ser nunca esa sofisticada y glamourosa mujer.
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