Las bailarinas no sólo son cómodas, sino que también son ese tipo de calzado que te salva prácticamente cualquier look. Ni tan formales como unos zapatos de tacón, ni tan informales como unas zapatillas deportivas, ocupan un espacio intermedio que resulta de los más versátil. Su origen data del siglo XIX y, como su nombre indica, servían para hacer ballet. Sin embargo, hoy ya son parte del estilo francés imitado en todo el mundo.
Aunque son, sin duda, parte del fondo de armario, este año vienen con especial fuerza. Superados ya los momentos más fríos del año, llega la hora de planear los looks de una primavera marcada por lo comfy y lo relajado. Las hay en múltiples versiones, pero hay una especialmente destacable, porque aúna una de las grandes tendencias de la temporada (punta redonda) con la máxima comodidad.
Al hablar de Birkenstock, la mayor parte de la gente piensa en las célebres sandalias que tan lejos han llegado y que han firmado colecciones cápsula con diseñadores como Valentino, Manolo Blahnik o Proenza Schouler. Sin embargo, la verdadera clave de la marca alemana reside en su suela. Su origen está en los zapatos ortopédicos y se remonta nada menos que 250 años. Fue inventada por un zapatero alemán (en efecto, el señor Birkenstock) y hoy, ocho generaciones después, es la base de una de las marcas de calzado más exitosas del mundo. Gracias a esa historia y experiencia, ofrecen estabilidad y comodidad, incluso para quienes permanecen muchas horas de pie.
Las bailarinas Birkenstock Tracy son, en concreto, de estilo manoletinas. En inglés son conocidas como Mary Jane, debido al personaje del cómic Buster Brown, popular en Estados Unidos a comienzos del siglo pasado. Se diferencian de las bailarinas como tales en la banda que tienen en el empeine, que les da un plus de agarre y comodidad, además de un irresistible aire college que combina con muchos looks de primavera.
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