Casa Real ha anunciado que la princesa Leonor cursará el bachillerato en el Atlantic College de Gales. Sigue así los pasos de su padre, el rey Felipe VI, que a los 16 años dejó Zarzuela para estudiar el equivalente a lo que era el COU en España en Ontario, Canadá. Lo hizo en el Lakefield School, un colegio de los más elitistas del mundo donde el adolescente llegó acompañado de su madre, la reina Sofía, que se encargó de supervisar el programa educativo del heredero, diseñado con ayuda de su tutor en el Colegio Rosales, Manuel Terán.
En ese mismo centro cursa hoy Leonor 4º de la ESO y no es lo único que compartirán en lo referente a la educación padre e hija. Como el Atlantic College al que acudirá la herederá el próximo curso, el Lakefield College también es internado, de modo que Felipe de Borbón compartió clases pero también vida e intimidad con otros 250 alumnos. La mayoría eran canadienses, él fue el único español y el único royal. Al menos aquel curso, porque siete años antes había pasado por el mismo centro el príncipe Andrés de Inglaterra.
En aquel 1984, la prensa tuvo acceso a algunos detalles que está por ver si en el caso de Leonor podrán obtenerse. Por ejemplo, que el Borbón se levantaba a las 7 de la mañana, que practicaba deporte al menos dos horas al día; que vivía en una habitación de 10 metros cuadrados que compartí con Christopher Dennis, hijo de un agente de bolsa de Toronto que hoy trabaja en el firma Stanley Morgan y con quien Felipe habría mantenido cierta relación con el paso de los años. Dennis, como el resto de sus compañeros y el profesorado, no le llamaban príncipe, ni alteza, ni nada parecido, sino ‘Flip’.
Uno más
Según un reportaje publicado por El País Semanal aquel mismo año, Felipe de Borbón no tenía ningún privilegio por ser royal. De hecho, cada dos semanas tenía la obligación de levantarse a las 5.30 horas para vigilar que los castigados el día anterior cumplieran el castigo de una hora de footing que era la norma de la casa. Fue uno de los deportes que practicó en ese colegio, junto al fútbol, el tiro con arco, el piragüismo, hockey sobre hielo y críquet.
Hizo deportes, aprendió idiomas e hizo amigos. Pero aunque fructífero, también fue un reto para el príncipe adolescente. Como recordó e El Mundo sobre aquel año y aquella experiencia quien fuera secretario de la casa del rey, Sabino Fernández Campo, tuvo que "aprender a buscarse nuevas amistades en un lugar lejano, en el que se hablaba otro idioma y él era menos conocido que en su país, donde podía estar rodeado de atenciones y, a veces, hasta de aduladores no siempre convenientes”. Él fue uno de los impulsores de aquel viaje, que se explicó a la prensa como necesario para mejorar el inglés el francés, pero también para que el heredero ganara autonomía.
La advertencia que le hizo su padre, el rey Juan Carlos, antes de partir también supuso una presión para el adolescente: “Cualquier cosa que hagas la van a mirar con lupa”. Y así sería, pero la protección en torno al heredero fue tan férrea como lo era en España y si cometió alguna equivocación o gamberrada, no trascendió. Para lograrlo se encargó de su seguridad el Gobierno canadiense hasta el punto de que un agente de la Real Policía Montada vivía en el colegio, delante de su habitación. Un equipo de seguridad española completó esa protección y un militar se encargaba de representar a su padre, el rey Juan Carlos I, para dirimir las cuestiones diarias de la formación de Felipe.
Falta tiempo para saber si el actual rey dará algún consejo a Leonor, si su madre Letizia la acompañara en su primer día de clase y si para la joven será tan próspero ese viaje como lo fue para su padre. También para ver si seguirá los pasos de Felipe de Borbón en un viaje mucho más duro: el de la formación en escuelas militares que tuvo que cursar tras su feliz estancia en Canadá.
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