El director creativo de Schiaparelli, Daniel Roseberry, no solo fue con su nombramiento en el único diseñador estadounidense al frente de una de las 34 casas que desfilan en la Alta Costura parisina, sino que además llegó a París y a la mítica firma que unía moda y surrealismo dispuesto a dejar su sello propio en medio del increíble legado de su fundadora. Algo que ha vuelto a ocurrir en la tercera colección de Alta Costura que Roseberry presenta en París. Una vez más el texano toma algunos de los elementos más icónicos de Schiaparelli para darles una nueva vida, una vida propia del siglo XXI y, al mismo tiempo, con la intención de perdurar en el tiempo.
En esta colección para la próxima primavera, Daniel Roseberry parte del concepto universal de “costura” para, inmediatamente después desmontarlo. “Comenzamos desechando las siluetas habituales de la costura. Quería escoger piezas que no están pensadas para ser mostradas en este contexto (pantalones, por ejemplo, o una chaqueta bomber) e invitar a verlas de una nueva forma. Las técnicas, también, son inesperadas: unos pantalones de piel con cintura elástica, un par de vaqueros reinventados en seda y decorados con los icónicos candados dorados de Schiaparelli. Los tejidos son inventivos y disruptivos por igual. Seda, cuero y tafetán se unen a terciopelo y neopreno, así como a un vestido drapeado en sinuoso punto”, explica el director creativo de la firma. Algo que el propio Roseberry reconoce no haberse inventado sino que forma parte del legado de su fundadora, siempre a la búsqueda de combinar arte y técnica.
Así, en esta colección vemos la perfecta fusión entre prendas y formas impactantes y la imponente artesanía propia de la Alta Costura. Schiaparelli se distancia de las típicas colecciones de este género en las que vemos delicados vestidos bordados o con miles de capas de tul para presentar cuerpos rígidos que imitan musculosos torsos, capuchas de proporciones desmesuradas que se convierten en protagonistas, pendientes unidos a un impresionante vestido de tejido brillante o mangas extra grandes, con volúmenes exagerados que toman las riendas de los vestidos.
Vemos también la importancia que cobran los accesorios que, lejos de hacer honor a su nombre, no son meros actores secundarios sino absolutos protagonistas. El candado, uno de los símbolos de la casa francesa, adorna prendas y cobra vida propia en forma de clutch, por ejemplo. Los botines con una puntera de metal con forma de los dedos del pie son otro de los ejes de la colección. Así como las máscaras que forman un todo con corpiños rígidos o pendientes extra grandes.
Otro elemento de gran importancia en esta colección son los bordados, “aquí, los bordados son tratados como decoración, casi como joyería”, explica Roseberry. Esta colección al fin y al cabo es un homenaje a toda esa técnica que hace posible la Alta Costura, “La palabra “magia” se usa a menudo cuando hablamos de costura. Y es mágico. Pero, detrás de eso está la mano humana y la dedicación humana. Esta colección es un tributo a la magia, pero sobre todo al trabajo que hay tras ella”.
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