Habla con un pie plantado en el humor y otro en la honestidad emocional, una especie de armadura blanda contra el mundo que achaca a sus orígenes de niño adoptado y a su necesidad de suscitar el cariño ajeno… Algo que, desde luego, ha conseguido en lo literario: su trilogía thriller, que acaba de cerrar con Rey blanco (tras Reina roja y Loba negra, todos en Ediciones B), lleva 1.300.000 ejemplares vendidos en España (Reina roja, en concreto, suma 53 ediciones, y contando). Por si fuera poco, escribe libros juveniles, participa en dos podcast y acaba de ampliar su cartera de intereses presentando el programa de divulgación histórica El condensador de fluzo (La 2). Desde luego, Juan Gómez-Jurado (Madrid, 1977) vive su momento. Y lo está disfrutando.
Mujerhoy. Lleva usted 12 años trabajando en esta trilogía y acaba de cerrarla. ¿Cómo se siente?
Juan Gómez-Jurado. Pues lloré escribiendo las dos últimas frases y estuve bastante rato hecho polvo. ¡Joder, si me estoy emocionando otra vez al recordarlo! Ten en cuenta que Antonia Scott y Jon Gutiérrez, los protagonistas de la saga, son mi familia.
Los escritores solo hacemos el 50% del trabajo. El resto se produce en la cabeza del lector, ahí hace suya la historia.»
¿Hay presión para cerrar bien una saga de tanto éxito?
Te quieres morir. Pero hay algo que me ha protegido como un escudo mientras escribía, y es que cuando se publicó Reina roja yo ya tenía Loba negra casi lista, y la historia de Rey blanco muy clara. Así que no tenía que preguntarme: “¿Cómo voy a terminar esto?”, sino “¿soy lo bastante bueno para contar esta historia como se merece?”. La respuesta es no, claro [ríe], porque siempre escojo historias que están un peldaño por encima de mí y me tengo que esforzar al máximo. Pero Antonia me ha elegido para contar su historia, así que os aguantáis [ríe].
Reina roja lleva años entre los libros más vendidos; y ahora también Rey blanco…
Llegados a este punto, te das cuenta de que los personajes ya no son tuyos, que pertenecen a mucha gente. Los escritores solo hacemos el 50% del trabajo; el resto se produce en la cabeza del lector, ahí hace suya la historia.
¿Cuánto de Antonia hay en usted?
Podemos afirmar con rotundidad que ni soy mujer ni soy la persona más inteligente del mundo [risas]. Nada, yo a Antonia me la encontré un día en la oscuridad. Intuía que existía, que me decía: “Tienes que contar mi historia”. Y para hacerlo creé un personaje que sí se parece a mí, Jon. Y tú me dirás: Juan, pero si tú no eres policía, ni homosexual, ni vasco ni mides dos metros. ¡No, pero me gustaría! Ahora en serio, Jon se me parece mucho: cariñoso, responsable, bocazas, metepatas, protector…
En una entrevista le presentaban como “Gómez-Jurado, el escritor que cae bien a todos”.
Te garantizo que eso no es verdad: le caigo mal a muchísima gente; pero es verdad que provoco uno de los dos extremos, desde niño. Bueno, peor es ser un pan sin sal, ¿no? La cosa es que, al ser huérfano, quiero que me quiera todo el mundo. Es uno de mis mayores defectos. Pero aparte de ese agujerito que no se podrá llenar nunca, mi relación con mi mujer y con mis hijos me ha ayudado a entender que uno tiene que defender lo que es y no intentar gustar a todos. Así que me parece bien caer mal; bueno, esto lo digo en plan racional, que si me siento a pensar me lamento muchísimo [ríe].
Llevo toda la vida contando que soy adoptado, ¡pero la gente se creía que era una broma! «
Hace un año, contó en Twitter que es adoptado. Y le sorprendió mucho la reacción.
¡Es que llevo toda la vida contándolo, pero la gente se creía que era broma!
Usted lo intuía desde pequeño, pero sus padres nunca se lo contaron.
No, alguien me lo dijo de adulto, cuando mi padre ya estaba enfermo de cáncer.
¿Y cómo le ha influido eso?
¡Muchísimo! Somos los recuerdos que tenemos y la forma en que nos contamos nuestra historia. Tengo claro, por ejemplo, que de niño me volqué en los libros porque no tenía muy claro mi entorno. Mis padres hicieron lo que pudieron y solo puedo estarles agradecido por el amor que me dieron, que fue mucho. Y sí, descubrir así que eres adoptado es muy jodido. Pero a partir de ahí intentas construir tus propias relaciones afectivas, dejar claro a tus hijos que siempre les vas a decir la verdad… Te convierte en una persona distinta y, al mismo tiempo, te enseña muchas cosas. A reírte. A apoyarte en tus amigos. A intentar ser más compasivo con los demás, porque nunca sabes lo que están pasando… Y ya está, ese es el resumen.
Hace usted muchísimas cosas: libros, programas, podcast… ¿Cómo se apaña?
Es una cuestión de organización y de caos controlado. Y de dormir poco. Mi mujer y yo dormimos muy poco los dos. Viviremos una vida más corta. Pero más intensa.
Con ella ha escrito una serie de libros infantiles. ¿Cómo puede hacer libros para niños alguien que conoce tantas formas de matar?
Es fácil, porque cuando tienes hijos lo único que quieres es matarlos. Yo quise cometer infanticidio a las cuatro horas de ser padre, y no he parado desde entonces, aunque las razones han ido variando. Obviamente, estoy de broma: en realidad, tienes que escribir mucho mejor cuando lo haces para niños, porque hay que ser el doble de claro, divertido e interesante.
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