La Margaret Thatcher de The Crown, cuya cuarta temporada se estrena el 15 de noviembre, sirve como colofón para la década prodigiosa de Gillian Anderson, unos años en los que la actriz ha hecho gala de la versatilidad que el éxito temprano y duradero de Expediente X le escamoteó al inicio de su carrera.
Paloma Rando es guionista y redactora, y no quiere decir en voz alta lo que siente por Gillian Anderson caracterizada de Margaret Thatcher.
En el primer episodio de Expediente X, antes de que le asignen a su nuevo compañero, Dana Scully le explica a su jefe por qué empezó a trabajar para el FBI. “Bueno, señor… Me reclutaron en la Facultad de Medicina. Mis padres todavía piensan que fue un acto de rebeldía, pero yo veía el FBI como un lugar en el que poder destacar”.
A Gillian Anderson (Chicago, 52 años) la conocimos metida en las hechuras de la escéptica agente del FBI. Nos enamoramos de su timidez y rigor, de esa forma que tenía Scully de entreabrir los labios cuando no quería decir lo que estaba pensando, incluso de ese pelo a lo Natalia Figueroa.Tuvimos tiempo de sobra para prenndarnos de su personaje en la emisión original de Expediente X: nueve temporadas, desde 1993 a 2002 —sin contar las de 2016 y 2018-. El mismo que podría haberhecho de la gabardina de Scully un hábito perpetuo para Anderson.
El maleficio del encasillamiento después de un debut tan exitoso y longevo es el primero que rompió, pero no el último. En una industria más intransigente con la edad de las mujeres que con la de los hombres, ella puede jactarse de haber pasado toda la cuarentena —hubo un tiempo en que por “cuarentena” lo primero que nos venía a la cabeza era la década de los 40— y lo que lleva de cincuentena interpretando una variedad tan amplia de personajes que ya los quisiera para sí cualquier actriz de 20.
Trabaja en el Reino Unido y en Estados Unidos, en teatro y en televisión. Después de participar en varias adaptaciones de clásicos literarios, tan habituales en tierras británicas, simultaneó su trabajo en La caza y en Hannibal. En la primera, interpretaba a una inspectora de policía que versionaba la frase más conocida de Margaret Atwood —“Los hombres tienen miedo de que las mujeres se rían de ellos. Las mujeres tienen miedo de que los hombres las maten”— y perseguía al psicópata más sexy de la televisión de los últimos años, interpretado por Jamie Dornan. En la segunda, a las órdenes de Bryan Fuller, se metió en el papel de Bedelia Du Maurier, personaje inventado para la serie de televisión, la psiquiatra de Hannibal que acabó luciendo pierna. A Bryan Fuller lo siguió a American Gods, pero se bajó de la adaptación de la novela de Neil Gaiman cuando el guionista lo hizo, tras terminar la primera temporada. Por si esto no era diversificación suficiente, también la hemos visto en papeles más ligeros como el de Jean Milburn en Sex Education, una terapeuta sexual tan libre en sus opiniones sobre el sexo como sobreprotectora con su hijo adolescente.
Y cuando ya no sabíamos cómo podría mantener el nivel, llega Margaret Thatcher en la cuarta temporada de The Crown. En las pocas entrevistas en las que ha hablado del tema, le preguntan si le ha supuesto algún tipo de conflicto personal interpretar a la primera ministra más controvertida del Reino Unido. Nadie se lo preguntaba cuando interpretaba a la cómplice de un psicópata caníbal. Muchos lo verán como un acto de rebeldía contra lo que espera de ella un mundo que mira a la ficción cada vez con más estrecheces, pero Gillian Anderson solo ha vuelto a encontrar un lugar en el que poder destacar.
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