En sus palacios y por la noche: el arriesgado y curioso arte de vender joyas a la realeza de Oriente Medio, contado por Luis Gasset

“Las tiaras tienen un poder de atracción que va de generación en generación”. Luis Gasset, pese a que en los últimos meses está en el ojo mediático por su nueva relación con Ágatha Ruiz de la Prada, es un experto en lujo y joyería, y ha dedicado un valioso tiempo a desvelar en exclusiva algunos de los secretos del oficio. En este caso, las tiaras favoritas de la realeza y las curiosas tradiciones que implica el hecho de dedicarse a un negocio en el que, a veces, para cerrar un trato hay que viajar a palacios recónditos cargados de cofres con piedras y metales preciosos por valor de hasta 11 millones de euros, que nadie quiere asegurar.

Gasset es desde hace un año director general de Ansorena que, “creada en 1845, la casa de subastas más antigua de España”. Un referente en el sector o, en palabras de Gasset, “un foco cultural del país, principalmente conocida por haber sido la joyería proveedora de la Casa Real”. “Muy pocas casas han tenido este privilegio: Christie’s, Tiffany’s, Cartier, Mellerio y, en España, el único proveedor de joyas de la Casa Real ha sido Ansorena”.

Y entre esas joyas, Ansorena destaca “por las tiaras”. “Unas joyas que han ejercido un poder de influencia singular en todas las familias, casas reales, la élite política e industrial”. Imprescindibles en los grandes eventos y “las mejores fiestas en Italia, en Estados Unidos. Siempre han sido un símbolo de poder. No de ostentación, sino de poder elegante”.

Pero, ¿cómo se presenta una tiara?

Gasset nos ha presentado una tiara casi preparada, para una casa importante, aunque “nunca decimos quién es el cliente”. El armazón de joyas se presenta en una lujosa caja, a falta de la joya principal. En este caso, “un zafiro presidiendo, aunque “depende del gusto de la clienta: si quiere acompañarla de una esmeralda o un diamante singular ”. Es algo en lo que la casa tiene una larga experiencia: Ansorena siempre ha sido el proveedor de todas las tiaras portadas por nuestras reinas recientes, “de todas las Familias Reales: la reina Victoria Eugenia, la reina Sofía, la reina Letizia”.

Pero su labor no se limita sólo a la Familia Real española: también tienen presencia entre los accesorios más lujosos que portan “las grandes familias” de Oriente Medio: la Familia Real catarí, la Familia Real saudí, la Familia Real de Abu Dhabi. Sin embargo, es un mercado tan distinto como exótico: “tienen una forma muy particular de comprar, en la que todas las marcas –Ansorena, Van Cleef, Cartier, Bvlgari, se presentan con sus mejores colecciones”.

Un increíble despliegue de lujo formado por “sets de un valor incalculable, (…) de hasta 11 millones de euros”. Ante todas esa concentración de joyas, la Familia Real correspondiente “selecciona las piezas que se quieren llevar”. Que no compran al instante, porque “en ese momento, las piezas van hacia el palacio”. Con un problema adicional: las joyas, en ese estado, “no están aseguradas” en muchas ocasiones, “si no van acompañadas por los propios ejecutivos de las compañías, con lo que se crea cierta tensión”, porque las piezas no llegan solas a palacio. Y el proceso se dilata: hasta que no cae la noche, no “seleccionan entre las distintas piezas y cofres que tienen. Y mientras tanto, los ejecutivos de las joyerías esperan nerviosos, porque siempre existe la posibilidad de que algo salga mal entre las piezas sin asegurar. Pese a los nervios, las joyas no compradas “vuelven siempre”, pero es una forma de proceder singular: “las compras no se realizan casi nunca en las tiendas, sino en sus propias casas”.

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