La felicidad tiene forma, sabor y olor a croqueta, y quien niegue esto, es que no sabe bien de qué va la vida. Y es que, ya lo dice la sabiduría popular: «no puedes gustarle a todo el mundo, no eres una croqueta«. Porque si hay una comida capaz de ponernos de acuerdo a todos son precisamente las croquetas, con permiso de la tortilla de patatas (aunque aquí entra la discusión de si con o sin cebolla). Tenemos claro dónde se comen las mejores, porque nosotras mismas hemos puesto en juego nuestra dieta para comprobarlo de primera mano, pero ahora que los planes se vuelven cada vez más caseros, toca meter las manos en la masa y preparar unas capaces de hacer que a tu madre y a tu abuela se les salte una lagrimilla de orgullo. Apunta.
La pasta es la clave
Y, por supuesto, no hablamos de dinero sino de algo mucho más importante: la bechamel, que debe ser cremosa, pero sin ser demasiado líquida. Dicen los expertos de Oído, Cocina Gourmet que la ‘proporción áurea’ de la croqueta perfecta es 50-50-400, es decir, por cada 50 gramos de harina, 50 de mantequilla y 400ml de leche. Y no dejar de remover para que no se hagan grumos, claro.
La belleza está en el interior
Es decir, que sí, que la bechamel es la clave, pero necesitamos un buen relleno para conseguir que nuestras croquetas sean excelentes. Nada de un poquito de jamón barato o los cuatro trozos de filete de pollo a la plancha que os han sobrado de la cena y no sabes qué hacer con ellos: no escatimes ni en calidad ni en cantidad, porque será fundamental para potenciar el sabor de la pasta. Incluso si las haces de restos de cocido, procura no quedarte corta con esa ‘ropa vieja’ y, si es necesario, añádele algún ingrediente más, pero que se reconozca de qué son tus croquetas o se quedarán en un insulso «quiero y no puedo».
Las apariencias sí importan
Sabemos que te acabamos de decir que la belleza está en el interior, pero no podemos olvidar el amor a primera vista que sentiremos por un plato de croquetas en el que todas y cada una de ellas tengan la misma forma y tamaño. Pero ojo, que no sólo lo decimos porque así tu ración se verá mucho más bonita, que también, sino porque eso facilitará su cocinado ya que así todas quedarán igual de hechas en el mismo tiempo. Para conseguirlo, ayúdate de una manga pastelera, dos cucharas o alguno de los utensilios para hacer croquetas que venden en Amazon.
El truco de los expertos pasa por el empanado
Según nos cuentan desde Oído, cocina Gourmet (y me chiva mi padre por el pinganillo, como mejor maestro croquetero del mundo), “no hace falta enfundar las croquetas en pan rallado, una capa será suficiente. Si lo que te gusta es que la croqueta sea realmente crujiente te recomendamos que utilices Panko, una especie de pan rallado japonés de escama un poquito más gruesa que el pan rallado tradicional, pero que absorbe mucho menos aceite”.
El (difícil) arte de freír (bien) croquetas
Y para terminar, la fritura. Y es que cuando de croquetas se trata, no podemos buscar una versión light (cuentan que hay quien las intentó hacer al horno y el experimento casi termina en tragedia), hay que freírlas como Dios manda: con aceite de primera calidad (pero ojo, mejor suave que AOVE en este caso, para no aportar sabor), con una cantidad suficiente para que las cubra y no tengas que estar dándoles la vuelta (puedes hacerlas en un cazo en vez de en la sartén), a una temperatura constante de unos 180 grados y en pequeñas tandas, para que no se peguen unas a otras.
Ahora que te hemos desvelado los cinco secretos de la croqueta perfecta, te toca a ti ponerlos en práctica. Y no hace falta que te quedes con las ganas, si quieres, puedes enviarnos tuppers a la redacción de Mujerhoy.com, que somos muy agradecidas.
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