Aldo Comas debuta como pintor en Mallorca: Cada semana necesito tirarme tres veces de un avión

Aldo Comas es polifacético. Músico, empresario y ahora artista debutante. Casado con la actriz Macarena Gómez y padre de un niño, expone por primera vez en su vida en la Gallery Red de Palma (Mallorca) coincidiendo con la Nit de L’ art. Lo hace de la mano de Fiona Ferrer, quien ha apostado por él desde que vio su obra en un encuentro casual en verano. Antes de inaugurar la exposición, posó para la fotógrafa Cristina Macaya y habló para Vanity Fair.

¿Cómo lo presento?
He hecho tantas cosas en mi vida que es difícil, pero una vez dijeron de mí que era un hombre del Renacimiento en la postmodenidad. Me gusta porque define muy bien lo que yo hago. ¡Un poco de todo!

¿Qué le interesa?
Soy un apasionado de la belleza en todas sus manifestaciones. Me apasiona volar, hacer música, pintar… ¡Cualquier cosa bella! Puedo llorar con una frase escrita en un muro o con una pareja de ancianos paseando cogidos de la mano. Soy extremadamente sensible. Lo llevo en los genes, para lo bueno y para lo malo. Con los años vas aprendiendo a canalizar tus instintos sensibles y que solo lo bello sea capaz de afectarte.

Usted se hizo muy conocido de golpe. ¿Recuerda ese momento?
Fueron una suma de cosas. Me vieron en la boda de unos amigos [se refiere a la boda en Gstaad de Andrea Casiraghi y Tatiana Santo Domingo], después con estolas de zorros en los Goya acompañado a mi mujer… No fue algo premeditado. Yo fui a la boda de un amigo de toda la vida y, para la prensa española, vernos allí fue una especie de shock. Tengo muy buena relación con la prensa.

¿Usted esta fomentando el personaje?
No, toda la vida he sido así. Al contario, he tenido que ser más relajado e hiperbólico, un poco más dócil y sumiso al lenguaje de los medios de comunicación. Antes era mucho más punkie, aunque sigo siendo un ser libre que busca la libertad en todos sus formatos. Y la libertad implica no estar atado a ninguna concepción social de lo que se espera de uno. Para algunas cosas va muy bien. En cambio, para otras, puede ser muy irreverente. Macarena y yo tuvimos que aprender a defendernos juntos en cuanto nos convertimos en un pack.

¿A qué se refiere?
Entendimos que era un nuevo producto que surgió y que teníamos que llevarlo de la mejor manera posible. Ella ya era muy conocida; yo, no. Mi familia no es muy tradicional; la de Macarena, sí. Nosotros somos gente de frontera.

¿A qué tipo de familia pertenece?
Ayer mi abuela me estaba diciendo que le contara al primer periodista que me entrevistara como pintor, que es usted, que tiene guardados en la caja fuerte dos fondos marinos pintados por mí cuando era un niño de cuatro. Lleva desde que nací, treinta y cinco años, diciéndome que un día sería artista, de hecho los pinceles no los cogía, les tenía miedo porque sabía que en cuanto lo hiciera algo iba a pasar. Y la eclosión pasó durante el confinamiento, un momento en el que todos nos tuvimos que replantear lo que estábamos haciendo. Cogí la brocha sin miedo y creo que ya nunca me voy a poder desprender de ella nunca más. Y gracias a Fiona Ferrer estoy aquí, inaugurando mi primera exposición. Mi abuelo por parte de madre era marchante de arte con todos los grandes latinos: Oswaldo Guayasamín, Oswaldo Viteri o Enrique Tábara. Lo único que heredé de mi madre fueron las litografías que hacía mi abuelo y sus retratos hechos por esos grandes.

¿Siente vértigo?
Un poco. ¡Y respeto! No siento miedo a la crítica. Cada vez que te expones sea a través de un post, un tuit, un disco o un vídeoclip, te expones a ella. Que me juzguen en el mundo del arte me puede llegar a dar igual pues es algo tan difuso… El arte se juzga desde el receptor, digo siempre que el arte es la democratización de la sinestesia, algo que todo el mundo puede sentir de una manera u otra.

Son malos tiempos para la cultura…
Y, sin embargo, la hemos movilizado más que nunca durante el confinamiento. Hemos consumido cultura en forma de libros, periódicos, películas en casa. Es una gran válvula de escape. No sé si es necesario puesto que lo único que es lo es de verdad es un vaso de leche y dos dátiles al día para sobrevivir, todo lo que viene después es vanidad.

¿Cómo convive con la vanidad?
Macarena siempre cuenta en las entrevistas que yo tengo tres armarios y ella uno. Me encanta, tengo muchísima ropa. Cuando falleció mi madre heredé toda su ropa y la uso toda, es una forma de mantenerla conmigo. Soy muy vanidoso, pero gran parte de cómo soy es lo que me han inculcado a nivel moda tanto mi madre como mi abuela. Estamos en un momento muy chungo: muere o reinvéntate. No hay más.

¿Usted se reinventa o da un paso más?
Quiero dedicarme al arte, a crear. Quiero vivir en el campo y ser productivo desde allí. Estamos asistiendo al nacimiento de un bebé que es mi obra. Lo he hecho por instinto y sin refrentes, con garra. Pinto evocando memorias y momentos. Muchos de los cuadros que he hecho son ideas montadas a partir de algo que me llega o llegó al alma. Creo que cuanto menos hable un artista de su obra mejor porque es algo tan basado en el receptor que cuánto más habla, más la caga. No quiero vender humo, menos en este momento tan bonito. Pintar es muy puro, muy primitivo, parte del instinto.

¿Qué artistas le llegan al alma?
Salvador Dalí era nuestro vecino, somos de la Costa Brava y el Ampurdà de toda la vida. Es un mundo de locos, fronteras, el oro de Moscú pasó por ahí. Pero a la que me he puesto a pintar no pinto como Dalí aunque seguro que me ha influenciado y en muchas cosas me siento identificado con él. Basquiat me encanta, Lucien Freud y sus retratos, la técnica de Goya… Nunca había entendido tanto la pintura hasta que me he puesto a pintar. He entendido que no entendía nada.

Dalí inventó una nueva forma de comunicar a través de el mismo y ayudado por Gala. ¿Macarena es su GalaAbsolutamente, Macarena es mi Gala. Tiene un gran instinto para leer a la gente. Yo soy más tonto para la vida. Es la que me entiende, la que aguanta mis chorradas, la que me apoya y cree en mí. Es muy inteligente, a mi me da paz. El amor tiene que ser paz, solo eso. No alguien que te juzgue y te toque la moral por chorradas. Cuando quieres vivir con alguien hasta los 95 o 100 años como nosotros queremos hay que visualizar un futuro claro con la persona que queremos que nos acompañe. Yo quiero envejecer a su lado y he tenido que aprender a canalizar el nervio que tengo dentro. Cada semana necesito tirarme tres veces de un avión. La suerte es que he encontrado la forma de canalizar mi hiperactividad y a una mujer que la comprende.

¿Cuál es su misión en la vida?La misión de todos es dejar huella.

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