Ambos empezaron sus carreras en TV3, la emisora pública catalana. Ella, en un culebrón, El cor de la ciutaty él en Persones humanes, un late night dirigido por Miquel Calçada "Mikimoto". Era 1992, el año de las Olimpiadas, el que el lema que se veía en las calles de la capital catalana era "Barcelna, posa´t guapa". Esa apertura coincidió con la aparición en la escena mediática de Andreu Buenafuente (Reus, Tarragona, 1965), mas normal, menos estirado, más próximo a la calle que su jefe.
En 1995 le llegó la oportunidad en solitario y en su tierra. El programa se llamó Sense Títol y lo produjo El Terrat, la empresa con la que creó y con la que canalizó todos sus éxitos televisivos (no sólo programas, también hizo series de éxito como Plats bruts), su último programa en catalán La cosa nostra; y también los últimos escollos empresariales: Mediapro compró la compañía a finales de 2019 así como la deuda de ocho millones de euros que había acumulado en los últimos años.
Encuentro con Abril
Fue en su etapa “española” cuando conoció a Silvia Abril (Mataró, Barcelona, 1971), que hasta entonces había alternado la televisión –apareció, entre otros, en el programa Las cerezas de Julia Otero– con el teatro. Su vis cómica, más descacharrante y esperpéntica que la de Andreu, la mostró en todo su esplendor en Homo Zapping, programa que dirigía otro colaborador habitual de Buenafuente: José Corbacho. En ese espacio, la actriz imitaba a personajes de la televisión como Isabel Gemio, Cayetana Guillén Cuervo o Ana Rosa Quintana. En 2006 conoció a Andreu, en el programa que él dirigía en Antena 3 y que llevaba por título su propio apellido, siguiendo la estela de los grandes showmen estadounidenses. El personaje de Abril, una adolescente sucia e infantil, conocida como La niña de Shrek, se sacaba los mocos, lamía a quien tenía cerca y hacía reír a mucha gente, especialmente al director del programa, que contó en una entrevista concedida a TV3 cómo fue el peculiar flechazo: “Se acercó a mi mesa, en directo en el programa, disfrazada, se levantó la falda y en realidad me miró con cara de Silvia, no de Niña de Shrek. Nadie se dio cuenta, pero yo sí”.
Relación express
Ese fue el primer paso. Esa misma noche hablaron y cenaron juntos y en un momento determinado, el presentador le dijo a la actriz: “Deberíamos darnos un beso ya". Y así empezó una relación que dura 12 años y que ha dado como fruto a Joana, de ocho años de edad y la única hija de la pareja que vive con ellos en una casa que tienen en Cabrera de Mar, localidad próxima a Barcelona. En la capital catalana, donde trabajan los dos, los casó en 2017 la alcaldesa de la ciudad, Ada Colau.
Es un nivel de compromiso que Andreu nunca llegó a tener con sus otras parejas conocidas. Una de ellas fue la escaladora profesional Araceli Segarra a quien Andreu prologó su libro, Ni tan alto ni tan difícil, en 2013. Luego vendría otra compañera de pantalla; la periodista Carolina Ferré, relación de la que ambos aseguran haber quedado amigos. Andreu, que admite todo tipo de bromas, no acepta ni una intromisión en su intimidad. En 2011, denunció y ganó a la revista Diez Minutos por divulgar fotos de él con su entonces pareja sin su permiso. El mismo año, la revista Sorpresa tenía que indemnizarle con 55.000 euros por publicar unos reportajes sobre su vida privada, entre ellos unas fotos en las que aparecía desnudo en la playa. Él donó el dinero a varias ONG.
Con Abril presentó la última gala de los Premios Goya, cuya audiencia cayó (del 25,8 de 2019 al 19,9% de este año), motivo por el que recibieron no pocas críticas. Ellos, sin embargo, las encajaron como todo: juntos y con humor.
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