La vida cada vez menos privada de Inés Arrimadas

“Mi nuevo mundo”, decía hace unos días en sus redes sociales Inés Arrimadas mostrando a Álex, su primer hijo, nacido el 21 de mayo. Un mes antes, el bebé acompañó a su madre al Museo Arqueológico Nacional, tras haber pasado por el Thyssen. De ese modo, Arrimadas empleaba la cultura –una de las bazas junto al deporte que usan los candidatos para acercarse al votante– y mostraba, de manera controlada, su vida privada. Es algo parecido a lo que hacen Pedro Sánchez o Pablo Iglesias cuando en su currículum añaden: "Padre". Hay, sin embargo, una diferencia: no son ellos quienes han parido ni han asumido el liderazgo de un partido en crisis y estando embarazada.

Por eso, lo que haga a partir de ahora la jerezana será, de algún modo, inédito. No tanto por el hecho de ser madre, pues lo mal que se lleva en España que una política esté en estado se comprobó hace 11 años con el caso de Carme Chacón, y no ha cambiado mucho el asunto. Lo que está por ver es cómo de parecida o diferente es la vida política –y la campaña electoral– para la primera mujer de un partido nacional en el caso de que acabe presentándose a las próximas elecciones generales.

De momento, y a pesar de tener sólo 10 escaños, la líder naranja está adquiriendo en esta segunda fase de la pandemia mayor relevancia política. El motivo son los Presupuestos Generales del Estado, que la han llevado a negociar de tú a tú con Sánchez, a quien también dio apoyo en las prórrogas de los distintos estados de alarma que tuvo que aprobar el Gobierno durante el peor momento del coronavirus. Arrimadas estaba entonces embarazada y ya había empezado el cambio, también de imagen, que la ha situado como líder de su partido.

Fase 1: Mensajes subliminales en la cocina

Haced dos años, Inés Arrimadas aún hacía política en Cataluña, donde convirtió a Ciudadanos en la fuerza más votada después de casi un cuarto de siglo de hegemonía de CiU. Sus selfis y las exposiciones públicas de su vida privada se limitaban entonces a enseñar algunas recetas que hacía en casa. Eso sí, casi siempre ocultando un mensaje: por ejemplo, haciéndole una foto a un bote de miel de Grazalema (Cádiz) con mató (requesón) del Pirineo catalán bajo la leyenda “Mejor unidos”. De ese modo poco sutil, Arrimadas usaba el postre como metáfora de su relación con Xavier Cima. También mostraba algunas fotos del ex político convergente y hoy consultor, algo que, como indicó en estas mismas páginas el politólogo Raimundo Viejo, es muy conveniente para el político que quiere hacer una carrera larga. Sobre quien no exhibe una familia o un proyecto de familia,dijo el experto, pesa todavía la sospecha de ser demasiado ambicioso.

Fase 2: La pareja vende más… si eres hombre

Al contrario de muchas políticas de primera línea –de la fallecida Chacón, pasando por Soraya Sáenz de Santamaría a Adriana Lastra–, Arrimadas no ha escondido a su pareja. Al contrario, lo muestra incluso en escenas de trabajo, en situaciones que van más allá del ocio o lo doméstico: por ejemplo, unas elecciones. Según la Ciencia Política, esto puede deberse a un afán por reforzar el lado más conservador de Ciudadanos, pues la políticas de izquierdas son más dadas a no hablar ni abordar su vida de pareja. Sí lo hacen con la vida personal en sentido amplio: hay que recordar la escena de Ada Colau en Instagram reclamando un instante de soledad en pleno confinamiento como una reivindicación de la necesidad de descansar y de tener, parafraseando a Virginia Woolf, un cuarto propio.

Fase 3: Ponga un perro en su campaña

En mayo de 2019, cuando Arrimadas anuncia su traslado a Madrid, empiezan a desaperecer las fotos de sus tartares de salmón, sus tortillas o sus quiches de verduras. En su lugar, aparecen mas fotos –y más producidas– con su pareja. En algunas salen de espaldas y ella misma habla de "robado" y en otras, desenfocados, como si fuera, poco a poco pillando los trucos del lenguaje de Instagram. Siendo la número 2 de Rivera a nivel nacional, la tareas se multiplican y se complican, y los platos que aparecen en sus redes son de los restaurantes que visita por trabajo: migas en Albacete, migas en La Rioja. Pero no es el fin de la domesticidad: Suiti, su perra de raza pinscher, toma más fuerza a partir de este momento. Y ya hablamos en esta revista de que no hay presidente sin can.

Fase 4: Embarazo como hándicap, bebé como gancho

El 11 de noviembre de 2019, Albert Rvera anuncia su retirada de la política tras el fracaso que suponen las elecciones generales de las que acabará saliendo un Gobierno de coalición entre PSOE y Podemos. Aún no se sabe quién sucederá al líder naranja como cabeza de partido, pero todas las papeletas llevan el nombre de la política jerezana, que unos días antes había anunciado su embarazo. En ese instante, ella se limita a colgar una foto de su ya exjefe a modo de despedida y a partir de ahí, todas las imágenes de sus cuentas la incluyen a ella. A veces comparte la escena con alguien, pero Arrimadas es siempre la protagonista. Con permiso de su barriga, a la que hace referencia en poses típicas de embarazada.

Presumir de pareja e hijos tiene que ver con la “americanización” de la política: darle espacio a la parte personal del candidato. Pero como decíamos antes, es distinto si es candidata, y lo ejemplifica bien el anuncio de un embarazo. “Lo cierto es que, el que una mujer con responsabilidades políticas al más alto nivel tenga un hijo es un milagro, no solo en el sentido antropológico de la maternidad sino en el sentido estadístico”, escribió Chacón a Susana Díaz cuando la líder socialista andaluza y entonces presidenta de la Junta hizo público su primer embarazo en 2015.

Había coincidencia en que el embarazo se ve todavía como un hándicap, algo que la propia Díaz rechazaba de plano en Vanity Fair. Ahora bien, si aún hay quienes conciben la preñez como una enfermedad, son pocos –votantes, compañeros de hemiciclo, periodistas– quienes no ven el resultado como una bendición. Y como un gancho electoral. Lo saben incluso ellos: por eso Iglesias presumió –también su pareja, Irene Montero, y Podemos– de haber sido el primer líder de un partido en tomarse la baja de paternidad completa. Los motivos son distintos: unos quieren atraer a un electorado más conservador mostrando la importancia de la familia y otros, a uno más progresista mostrando, con el propio ejemplo, que hay otras formas de ser hombre y padre. Pero en el caso de unos y de otros, es necesario que haya un hijo.

Fase 5: Exposición bajo control

El 21 de mayo el pequeño Álex Cima Arrimadas llegó al mundo y su manita –el recurso más usado por los políticos en redes sociales para presentar a sus recién nacidos– aparece en una foto junto a la de sus padres. Es la primera toma de un bebé que a partir de entonces, aparecerá en las redes sociales de su madre dando su primer paseo en pleno confinamiento o yendo a un museo.

Esa exposición es la misma que emplea Alberto Garzón con su pareja Anna Ruiz, y sus dos hijas –Olivia de dos años y Chloe, de seis meses. Con ellas aparece el ministro de Consumo y líder de Izquierda Unida, en un afán de darle naturalidad a la vida privada. Pero a nadie se le escapa a estas altura de la comunicación política y en la era de los asesores, que sus señorías también sacan un rédito político de su ocio, de su familia y de su modo de estar en el mundo.

Arrimadas ya está en esa carrera y si todo va como está previsto, sería la primera mujer candidata de un partido mayoritario a unas elecciones generales. Por eso ya ejerce como tal, también en redes sociales y lo hace como el resto de sus compañeros: con una exposición que sólo es natural en apariencia, pues cualquier imagen –de recetas, marido, perro o niño–está sumamente pensada y calculada.

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