Puede que no fuera la boda que llevaba años planeando. Pero precisamente por eso, por su excepcionalidad, la boda de Beatriz de York con Edoardo Mapelli ha pasado por derecho propio a ganarse un lugar muy especial dentro de la historia de los enlaces de la Familia Real británica.
Inicialmente programada para celebrarse en la Capilla Real del palacio de St. James en Londres, la actual crisis sanitaria obligó a la pareja a darse el ‘sí quiero’ el pasado 17 de julio en una ceremonia íntima y secreta a la que solo acudieron sus más allegados. Entre ellos, la abuela de la novia, la reina Isabel II, que quizás al sentirse culpable por no poder ofrecer a su nieta una boda a la altura de su título de princesa quiso demostrarle que es su favorita con un detalle muy especial: regalarle uno de sus vestidos para que Beatriz se lo pusiera para llegar al altar.
Se trata de un diseño vintage de Norman Hartnell que Su Majestad ha lucido en al menos tres ocasiones y que, tras hacerle los pertinentes arreglos, todos ellos reversibles, se ha convertido en una pieza de museo gracias a ser uno de los grandes protagonistas de esta boda.
Y décimos bien lo de museo porque acaba de anunciarse que, como ya pasara con los vestidos de boda de Kate Middleton y de Meghan Markle, el de Beatriz de York va a ser expuesto al público en una exposición que se inaugura el próximo 24 de septiembre en Windsor.
Allí los visitantes podrán admirar en directo y con todo detalle este modelo que Isabel II estrenó en 1961 durante una visita de Estado a Roma y que rescató del armario para dos ocasiones más: cuando acudió al estreno de la película Lawrence de Arabia en Londres en 1962; y en la apertura del Parlamento de 1966.
Solo así de cerca pueden apreciarse los secretos de este vestido hecho de tafetán de Peau De Soie en tonos marfil, adornado con satén y un corpiño geométrico con brillantes engarzado desde el pecho hasta la mitad de la falda que después de ser remodelado y ajustado por Angela Kelly, la asesora de confianza de la reina, y Stewart Parvin, su diseñador favorito, ahora luce mangas de organza abullonadas que consiguen actualizar este precioso modelo.
Por supuesto, además del vestido, en la exposición también se mostrará al público los zapatos de Valentino que Beatriz lució ese día, así como una réplica exacta de su ramo de novia. Lo que no podrá verse es la tiara que llevó sobre su cabeza.
Una pieza de inspiración zarina que se fabricó con el collar de diamantes de lució la reina Victoria el día de su boda y que fue la misma con la que Isabel II se casó con Felipe de Edimburgo y, años después, su hermana Ana con Mark Philips. Una joya de demasiado valor material e histórico como para formar parte de una exhibición como esta.
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