QUÉ HA PASADO
• Esma entrega a Zehra la carta de Dislah.
• Nigar y Yusuf se gustan.
Reyyan regresa al hospital con Miran en busca de la carta desaparecida. “A lo mejor se perdió y no damos nunca con ella”, comenta él, que sigue dudando de su existencia, y aprovecha el momento para acercarse a la joven. “No volverá a haber un ‘nosotros’ hasta que no se sepa todo”, responde ella.
Dispuesta a confesar a los Sadoglu la verdad sobre la caída de Hazar, Elif se dirige a su casa pero Esma la ve y le hace cambiar de opinión. Sultán se las encuentra al llegar al palacio y, temiendo que su sobrina haya hablado, la interroga cuando se quedan a solas. “Si no confieso, Reyyan y mi primo seguirán separados”, le contesta la chica, que una vez más cede ante su persuasiva tía y promete no hacer nada.
Mientras Hazar se recupera, Zehra, aún en shock, duda de si entregarle la carta de Esma. Intentando mantenerse firme, habla con él sobre Miran y se da cuenta de que no sabe que es su hijo y de que quizá el documento que busca no es el que ella tiene en sus manos.
Reyyan se atreve a revelar sus sospechas a su primo
Después de confesar a Azat que sospecha de Yaren, se cuela en su habitación para buscar la carta. La chica la pilla, pero ella no se amilana: “¿Dónde está? Seguro que la tienes tú”. Sobresaltados por los gritos, todos acuden al cuarto y se enfrentan a Reyyan, salvo Azat, que la defiende delatando a su hermana: “Siempre vais contra ella, pero la culpable de todo es Yaren. Sabía que los Aslanbey iban a humillar a Reyyan después de su boda con Miran y no dijo nada”. Aunque la joven pide perdón, Nasud, colérico, le asegura que ya no es su nieta.
Azize trata de sonsacar a su nieto el contenido de la carta que busca. “¡Qué astuto es Hazar! Os hace creer que es la prueba de su inocencia y seguro que la ha escrito él”, exclama, despertando de nuevo sus dudas. Lo que no imagina es que Miran guarda un as en la manga. “Podré saber si es falsa y no la escribió mi madre”, asegura, al tiempo que le muestra una foto de ella con una frase escrita de su puño y letra. Azize apenas puede disimular su disgusto y sorpresa.
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