Odiar a Pelayo

Hay gente que se hace querer y gente que, digámoslo suavemente, no se deja querer tanto, porque parece cultivar el deseo de ser odiado. Los profesionales del rechazo lo aceptan como la garantía de su constante presencia en un debate: lo sabe Inda, María Claver, Cristina Fallarás o Sostres, como lo sabía el padre Apeles, por ejemplo.

Sin embargo, hay algún despistado que parece no asumirlo y logra ese mismo resultado cuando lo que busca es admiración o reconocimiento. Es el caso de Rafa Mora, por ejemplo. Aunque el podio lo corona Pelayo, cuya presencia sacude las redes sociales en las que los ‘haters’ hacen su agosto desfogándose con comentarios tremendos.

De hecho, habrá dos Españas y tal, pero cuando se trata de criticar al estilista, España no hay más que una y va a muerte. Como con la Selección. Así, parte de la audiencia de ‘Hormigas blancas’ es de la gente que disfruta poniendo a caldo a Pelayo y se divierte leyendo los tuits de toda la otra gente que pone a caldo a Pelayo.

Un círculo de lo más vicioso que logró su cenit la pasada semana, cuando el ‘influencer’ criticó a su compañera Nuria Marín y, por el camino, hizo negocio mediático de su breve relación con el diseñador David Delfín. Pelayo ni siquiera pestañeaba, los ojos bien abiertos, esperado cosechar una lágrima que ilustrara su dolor. Pero la lágrima se le resistía: lo único que consiguió fue dilatar más las pupilas.

Pelayo se siente a gusto en los lugares comunes, en los discursos vacíos y en los primeros planos. Lástima que su millón de seguidores (de los que apenas un 1% da ‘likes’ a sus ‘posts’, no es precisamente el rey del ‘engagement’) no se sienten a verle para levantar la audiencia. Por cierto, ¿se han dado cuenta que siempre hay alguien que se tiene que ir para que él siga en un programa?¿A que no lo habían pensado?

Poco olfato para el éxito

La sorpresa del verano la ha dado ‘Mujer’ en Antena 3. Por definición, las sorpresas son inesperadas, insospechadas. Sin embargo, cuando hablamos de programación televisiva, lo lógico es que se intente buscar el éxito de los programas por todos los medios: por su equipo creador, por sus caras al frente del ‘show’, por sus invitados, por su promoción y, cómo no, por su mejor día y hora de emisión.

Con tantos frentes –supuestamente– estudiados antes de embarcarse en un proyecto, si me apuran, en la tele las sorpresas las deberían dar los fracasos y no los éxitos. Y no es así porque, curiosamente, hay fracasos que se ven venir a lo lejos (bueno, los vemos venir los espectadores cuando leemos ciertas noticias y vemos algunas promos que nos dan sonrojo) y hay éxitos que han estado esperando en los cajones de los programadores durante tiempo o que son programados casi en plan maratoniano al cierre de la parrilla diaria.

Recordemos que en Mediaset no daban un duro por ‘La isla de las tentaciones’ y luego todo eran medallas, llegando a inventarse un debate y a grabar a la vez la segunda y la tercera temporada. Un frenesí.

‘Mujer’, la producción turca de moda, llegó a las noches de los lunes en sesión doble, un bombazo. Tanto, que Antena 3 dejó una sola entrega esa noche y dejó la otra para los martes. Aunque la habían anunciado como ‘la serie que arrasa en todo el mundo’, se ve que no confiaban en sus palabras. Y ahí los tienen ahora, tan contentos por un éxito que les pilla por sorpresa.

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