"Quiero educar", dice Viola Davis cuando le preguntan por qué se ha metido a productora de la serie que prepara Amazon sobre la vida de Shirley Chisholm, la primera congresista afroamericana de Estados Unidos. Esa tarea la lleva a gala una mujer que hoy cumple 55 años convertida en una estrella a la que el reconocimiento de la crítica le costó poco pero mucho obtener papeles protagonistas y premios. Hoy tiene el triplete de la industria americana: Emmy, Oscar y Tony, con lo que demuestra que ni el cine ni la televisión ni el teatro se le resisten a esta oriunda de Rhode Island, donde creció, pobre de solemnidad, en una granja.
La tarea de producir la cinta de Amazon la comparte con su esposo, el también actor Julius Tennon con quien adoptó una niña en 2003. Cinco años después Davis daba un buen salto en su carrera al trabajar en La duda, donde compartió cartel con Meryl Streep, Philip Seymour Hoffman y Amy Adams y fue nominada por su trabajo interpretando a una madre cuyo hijo es víctima de abusos sexuales a un Oscar, un Globo de Oro y al Premio del Sindicato de Actores como actriz de reparto. "¿Podría haber interpretado Davis el papel principal en esta cinta?", se preguntaba el crítico de cine estadounidense David Thomson en el libro The New Biographical Dictionary of Film sorprendido por su talento. Y se respondió que sí.
Pero a Davis, como a tantas actrices afroamericanas antes que ella, le ha costado que la tengan en cuenta para papeles protagonsitas y que se salgan del estereotipo que ha creado el cine para las artistas negras. En el caso de La duda era una mujer pobre, sin recursos, que hace lo que puede para sacar a su hijo adelante… incluso sacrificarlo. Sexualizadas por su "exotismo" o reflejadas como criadas. Esos han sido los roles que el cine de Hollywood ha dado a las actrices negras, papeles siempre menores en los no sólo estuvo Hattie McDaniel, la sirvienta de Vivieng Leigh en Lo que el viento se llevó en 1939. También Viola Davis en 2011 cuando participó en Criadas y señoras, la historia dirigida por Tate Tylor que le valió una nominación al Oscar como "Mejor Actriz de Reparto" y de la que Davis acabó renegando.
"No hay nadie que no se entretenga con Criadas y señoras. Pero hay una parte de mí que siente que se traicionó a sí misma y a su gente, porque estuve en una película que no se hizo para contar la verdad", contó en la edición estadounidense de Vanity Fair sobre una película, opinó, "fue creada desde el filtro del racismo sistemático". Según Davis, muchas de las historias sobre gente negra que se cuentan en Hollywood las explican los blancos y eso les confiere un sesgo pernicioso: "La audiencia blanca en su mayoría se sienta y recibe una lección academica sobre cómo somos. Luego, se van de la sala de cine y hablan sobre lo que significa. No se conmueven por lo que somos". Para esa charla, la actriz fue retratada por Dario Calmese, primer fotógrafo afroamericano en encargarse de una portada de VF que Davis también aprovechó para recordar que nunca ha vivido al margen de la realidad de los suyos: "Toda mi vida ha sido una protesta".
Ser protagonista lo consiguió antes en la televisión que en la gran pantalla, cuando en 2014 se convirtió en una profesora de Derecho con dudosas tácticas de enseñanza y un grupo de alumnos rendidos a su poder de convicción. Fue con How to Get Away with Murder. El rol proagonista en cine vino tambén con Oscar: fue con Fences, cinta de 2016 en la que compartía pantalla con Denzel Washington. Su discurso de agradecimiento fue toda una declaración de intenciones y una enmienda de los errores que ella misma creía haber cometido: "La gente me pregunta ‘¿qué historias quieres contar Viola?’ Y yo les digo que las que tienen que exhumar esos cadáveres e personas que soñaban a lo grande y nunca lograron sus sueños"
En esa línea va el proyecto que tiene entre manos la mujer que ha estado en primera línea de las manifestaciones y las exigencias del movimiento Black Lives Matter: contar la vida y las obras de Chisholm, que además de ser la primera afroamericana en conseguir un asiento en el Congreso, fue la primera en presentarse a las primarias del Partido Demócrata. No ganó, pues su condición de mujer, pobre y negra quedaba bien como símbolo pero no como apuesta real y de futuro y por eso su partido optó por lo conocido, un hombre blanco y conocido: Ted Kennedy.
Chisholm encarna todos los valores que defiende Davis, pues fue la congresista que sacó adelante la ley que impuso el seguro obligatorio a las empleadas domésticas y su propia historia fue olvidada durante décadas a pesar de ser una pionera y un antecedente del propio Barack Obama quien, consciente del peso de su leyenda, quiso homenajearla otorgándole la Medalla Presidencial de la Libertad a título póstumo.
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