Así nacieron los nuevos dorgis de Isabel II: cruzando sus corgis con los perros dachshund de su hermana, la princesa Margarita

La reina Isabel II nació y se crió entre corgis, la raza de perro originaria de Gales, que se utilizaba como perro pastor y está considerada como una de las razas de perro más antiguas de Reino Unido. Su origen reside en los pueblos visigodos, que los denominaron así por su tamaño: su nombre significa "perro enano". A la familia real británica llegaron por inciativa del rey Jorge VI, padre de Isabel, que introdujo al primero, llamado Dookie, en 1933. Desde entonces no se separaron de la monarca en su larga vida nada más que en la II Guerra Mundial.

La infancia de Isabel y Margarita estuvo marcada por su relación con los perros y las largas temporadas en el campo. Lugar donde la actual monarca también se encaprichó de los caballos, pero esa es otra historia. Tal era su afecto hacia los adorados corgis que Isabel quedó devastada cuando la pequeña Jane fue atropellada en un coche, tras un terrible accidente. A pesar de todo, la educación y empatía de la princesa primaron por encima de todo y la joven mandó una carta al conductor diciéndole que no había sido culpa suya.

Sin embargo, no fue hasta que cumplió 18 años cuando la reina tuvo un corgi propio, al que llamó Susan. Probablemente uno de los más especiales de su vida, igual que lo es el hecho de que Isabel haya heredado el amor por las mascotas de su padre, a quien quería profundamente y cuya muerte supuso un gran batacazo en su vida.

Algo similar al caso del atropello sucedió cuando uno de sus corgis se enzarzó en una pelea con otro perro, en este caso de la Reina Madre (madre de Isabel II) y acabó falleciendo. Por aquel entonces, la reina se carteaba con su dama de compañía y prima del duque de Edimburgo, lady pamela Hicks. La aristócrata se quejó -desafortunadamente para ella, pero no para nosotros- ante el biógrafo y cronista de la realeza británica Kenneth Rose, sobre el hecho de que la reina nunca respondiera a sus cartas. Excepto en una ocasión: “La única vez que me respondió fue cuando le envié un mensaje de cariño después de que uno de sus corgis muriera como consecuencia de una pelea que tuvo con otro perro de Clarence House. La reina me escribió seis páginas recordando a su perro”, la cita Rose en su obra.

Cualquiera que tenga una mascota puede entender el profundo sentimiento de pena por el que pasa que Isabel II cada vez que pierde a una de las suyas. Sin embargo, ese malestar compensa gracias a la compañía y los buenos momentos que ha pasado con ellos. Tanto es así que Isabel siempre ha querido que sus perros la acompañaran en los momentos más importantes de su vida. Uno de esos momentos fue su luna de miel con Felipe de Edimburgo, para sorpresa del último y a pesar de su disgusto por las mascotas.

Que su marido no profese el mismo amor que ella por los corgis no le ha impedido nunca seguir criándolos y a lo largo de su reinado ha tenido más de 30 perros de raza. Uno de ellos, llamado Willow, se hizo famoso en el mundo entero tras aparecer junto a la reina durante la ceremonia de apertura de los Juegos Olímpicos de Londres 2012.

Cuando se desplazó hasta el castillo de Windsor para confinarse al inicio de la pandemia, una imagen de la monarca en su coche con uno de sus dorgis dio la vuelta al mundo. Ahora que se ha trasladado hasta su querida residencia de verano, el castillo de Balmoral, a nadie le ha extrañado que lo haya hecho acompañada por el duque de Edimburgo, además de por los dos perros que le quedan.

Pero, ¿por qué los anteriores se llamaban corgis, con ‘c’ y a estos últimos les llaman dorgis, con ‘d’?, se estarán preguntando.A principios del año 2018 toda la prensa británica, seguida de la mundial, se hacía eco de que el último corgi de la reina Isabel II había fallecido. El perro era el mismo que había dado la vuelta al mundo en los Juegos Olímpicos y el último descendiente de su primera Corgi, Susan.

La causa del fallecimiento del animal, de casi 15 años, fue un cáncer que se complicó y la fecha marcó la primera vez que Isabel II no tenía un corgi desde la II Guerra Mundial. Pero la reina de Reino Unido es precavida y en 2015 decidió dejar de criar corgis para que no quedaran desolados en caso de que ella falleciera antes que las mascotas.

Pero eso no quiere decir que ahora no tenga ningún perro. Isabel II todavía tiene dos mascotas a las que -a juzgar por la imagen que ha dado durante sus últimas apariciones públicas- quiere como al resto. Sus nombres son Vulcan y Candy y son una mezcla entre los perros favoritos de la princesa Margarita, hermana de Isabel II, que eran de raza dachshund y los corgis de la reina. El resultado es un híbrido que la prensa y la cultura popular de Reino Unido ha comenzado a llamar ‘Dorgi’, pero que aún no es una raza como tal. Todo es cuestión de tiempo.

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