Las claves del cambio de imagen de Tamara Falcó: nueva melena, cejas rejuvenecedoras y maquillaje diferente

Dice Tamara Falcó en una reciente conversación con su esteticista de referencia, Carmen Navarro (suya y de infinidad de celebridades, incluida la Reina Letizia), que cuando llega el verano se aprecia todo el trabajo invertido en el invierno en el cuidado de la piel y el cuerpo. Ser hija de una mujer que hizo de su elegancia una profesión imprime cierta importancia a la imagen y al cuidado personal, algo que es del todo evidente en ella. Convertida en influyente digital (con más de 800.000 seguidores en Instagram) de un tiempo a esta parte podemos hablar de una nueva Tamara: nuevo corte de pelo, nuevas claves de maquillaje y, en definitiva, nueva imagen.

He aquí las claves de su cambio.

El corte de pelo.

Este mismo verano, Tamara recuperaba una foto suya de hace cinco años y la subía a Instagram lanzando una encuesta con la que muchas mujeres que siempre han llevado la melena más allá de los hombros: "¿Pelo largo o corto?"

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Aunque ha probado algún corte con capas, e incluso ha llevado intermitentemente un flequillo largo y abierto, Tamara siempre había sido fiel a una melena larga peinada y con ligeras ondas hasta que a comienzos de año hizo un cambio de imagen: pasó a una melena corta, recta y sobre los hombros. Un corte bob que actualizaba su imagen sin comprometer su estilo. Según nos contó Eduardo Sánchez director de Maison Eduardo Sánchez, es comprensible tener cierto respeto a la tijera ya que “cuanto más corto es el cabello, más se nota el crecimiento y antes pierde la forma y el largo perfecto. Los cortes pixie son bastante esclavos puesto que se nota mucho más el crecimiento del cabello y enseguida pierde la forma y hay que retocarlo, algo similar ocurre con los Carré”. El elegido por Tamara, sin embargo, no exige visitas tan frecuentes a la peluquería, “Al ser un corte algo más largo que el clásico bob, no requiere estar tan pendiente del corte, se podría espaciar la visita a la peluquería mes y medio o dos meses”.

El color.

Otro de los cambios en la melena de Tamara es sutil, pero del todo apreciable. Si durante años llevó una melena sólida (como los estilistas denominan a un color completo, sin variaciones) en 2020 ha optado por llevar unos suaves brillos dos tonos más claros que su color natural. Los lleva en los mechones que enmarcan el rostro, consiguiendo un triple efecto: por un lado, dulcifican un corte tan geométrico, le dan movimiento y profundidad; por otro lado, aportan un favorecedor toque de luz a la cara; y, por último, tienen un efecto cincelador que marca la estructura del óvalo facial, de la sien a la mandíbula.

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Este tipo de coloración sigue la línea de los colores cálidos que vuelven a ser tendencia este año, después de varias temporadas de reflejos fríos.

Las cejas.

Se suele decir que las cejas son el marco que sostiene la mirada. Unas cejas pobladas, bien delineadas y en un tono marcado están consideradas garantía de juventud y son uno de los trucos de belleza más empleados por los maquilladores profesionales. Tamara lleva hoy las cejas que le quitan años.

Lo que no ha cambiado en ella es su manera de maquillar los ojos. Habitual del delineador superior en lápiz y de la máscara de pestañas, si utiliza sombras suelen ser en tonos rosados, lo que favorece a su color de ojos.

Los labios.

Fiel a un estilo clásico, el labial convencional de Tamara solía ser apenas perceptible. En los últimos tiempos, sin embargo, ha experimentado con distintos tonos y acabados según la ocasión, dejando los tonos naturales, corales y melocotón para el día, y los rojos y granates intensos para la noche.

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El uso del colorete.

En los países mediterráneos el polvo bronceador de pigmento marrón o dorado es un recurso habitual a lo largo de todo el año. En sus últimas fotografías es apreciable que Tamara lo utiliza ahora con la llamada técnica del 3, que nos explicaba hace poco Iván Gómez, maquillador oficial de Chanel desde hace 13 años: “Cuántas veces decimos los maquilladores que el polvo bronceador cumple una función muy concreta. Esta no es tanto subir el tono, que también, sino realzar los contornos del rostro, ahí donde hay hueso. Por ejemplo, en una piel pálida no puedo aplicarlo de forma homogénea por el rostro porque el resultado va a ser plano, sin volumen ni estructura. Lo ideal es hacer un juego de contrastes entre tonos oscuros y tonos claros. La zona del centro de la cara siempre tiene que quedar más clara y dejaremos más oscuros los contornos, que generalmente van perdiendo densidad y definición, pero que podemos realzar para que el envejecimiento no sea tan evidente. Empezamos en los parietales, de ahí nos vamos a la parte baja del pómulo y de ahí a la mandíbula: es la llamada técnica del 3 (por el trazo que dibuja, visto desde el lateral del rostro). El polvo bronceador siempre tiene que ir en esa zona de contornos, nunca en la zona central de la mejilla, que es la del colorete. Este será más favorecedor si en lugar de tonos marrones, dorados o naranjas, es rosado o melocotón”.

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