Este año he llegado tarde a las rebajas y, sin darme cuenta, Zara ha puesto a la venta ya su primera bota otoñal y la ropa con descuento es ya una sección residual en una esquina de la página web, un burro al fondo de la tienda lleno de tallas que no me sirven. He llegado tarde pero he triunfado. Lo he hecho peinando a conciencia las tiendas que más me inspiran y no dejando hueco sin mirar. En esa búsqueda he dado con el premio, un vestido drapeado de H&M muy parecido al que llevan las chicas favorita de Jacquemus en sus vacaciones por la campiña francesa y que este verano domina marcas, tendencias, posados y chiringuitos.
La pieza en cuestión está disponible en tres colores – beige, marrón claro y coral -, tiene largo midi y está confeccionado en punto de crepé. Es un modelo entallado – culpa del drapeado latreal – pero terriblemente favorecedor ya que define la figura y queda mejor a aquellos cuerpos con curvas. Su precio bascula entre los 10 euros y los 15, ya que cada color tiene una etiqueta diferente.
– El naranja
© Cortesía de H&M
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– El beige
© Cortesía de H&M
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– El marrón claro
© Cortesía de H&M
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Vi en él un lienzo en blanco donde crear moda con mis tendencias favoritas del verano: un zapato de tacón chupete, un collar de perlas, una camisa blanca abierta a modo de rebeca o unas alpargatas de cuña alta. E intuí, asimismo, la durabilidad que prometía este vestido básico y liso y las buenas migas que podía hacer con mi zapatero y mi joyero. Y ahí reside el éxito de una compra, ¿no? En su rentabilidad, en la sensatez que explica el impulso. Mi (única) compra en las rebajas estivales del verano de 2020 se ajusta a la definición de una buena compra.
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