Isabel Pantoja, temerosa por la salud de su madre, ha realizado el confinamiento más estricto que se pudiera hacer durante la crisis del coronavirus. La tonadillera, acompañada por su hermano Agustín y por doña Ana, cerró a cal y canto Cantora durante el estado de alarma para evitar disgustos con esta última, que ha sobresaltado a la familia en más de una ocasión en los últimos tiempos.
Sabíamos que se había dedicado lo mismo a tejer mascarillas que a trabaja en su música (hace una semana presentó su nuevo ‘single’, un auténtico regalo a la fidelidad de sus ‘pantojers’). También que se había puesto a dieta. Primero lo comentó su hija, Chabelita. Después, fue su sobrina Anabel la que manifestó tener una envidia sana, tanto de la fuerza de voluntad de su tía como del resultado final.
Ahora, por fin podemos ver a esa Isabel renovada. La del cambio físico conseguido a base de poner a raya su alimentación para evitar lo que ha pasado en muchos hogares españoles: que en encierro, con la nevera tan cerca, ha sido una tentación inevitable y las básculas lo han notado a la alza.
Isabel ha salido de su encierro para someterse a uno de esos tratamientos estéticos que se realiza de manera periódica. Una puesta a punto para esa fiesta de cumpleaños que celebrará en un par de semana, cuando tenga soplar las 63 velas en la tarta. Porque su hija ya ha confirmado que reunirá a un grupo reducido de íntimos para montar una de sus míticas fiestas.
«Esta es tu casa y siempre te esperaremos con los brazos abiertos y una gran sonrisa«, se puede leer en esa cuenta de Instagram del centro médico estético de confianza de la artista, donde se muestran imágenes que ponen de manifiesto esa pérdida de peso a la que, tanto Chabelita como Anabel, han aludido en televisión estas semanas.
La evidencia de que, efectivamente, la Pantoja se encuentra dentro de ese reducido grupo de personas a las que el confinamiento les ha sentado de maravilla.
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