El Pacha III es un barco familiar que ha visto muchas de las grandes historias de amor de los Grimaldi. Fue un regalo de Stéfano Casiraghi a Carolina de Mónaco en 1989, casi seis años después de que la pareja se diera el ‘sí, quiero’ y como gesto de cariño del empresario hacia su mujer, que se habia enamorado de la embarcación. La fecha de construcción del codiciado yate data de 1936 y anteriormente había pertenecido a la viuda de Louis Renault, entre otros, pero la familia real monegasca sigue disfrutando de los 36 metros de eslora de la embarcacióncasi 100 años después.
Andrea Casiraghi y Tatiana Santodomingo fueron noticia en 2014 tras ser ‘pillados’ por los paparazzi disfrutando de sus vacaciones familiares en el Pacha III, pero los últimos de la familia en disfrutar del reformado yate –bautizado además con el acrónimo de los tres primeros hijos de Carolina, los que tuvo con Stéfano: Pierre, Andrea y Charlotte– han sido Alexandra de Hannover y su novio, Ben-Sylvester Strautmann. La pareja se encontraba disfrutando de unas románticas vacaciones en la Costa Azul francesa, donde se dejaron ver paseando juntos, pero han decidido volver a aguas monegascas en un agradable crucero a bordo del Pacha III.
Las imágenes que Vanity Fair ofrece en primicia muestran diferentes escenas. En una de ellas, la pareja demuestra su amor con un romántico beso, mientras que otra, Alexandra de Hannover demuestra que sus referentes de estilo pertenecen a su familia. Ya lo hizo en uno de sus paseos por Saint Tropez la semana pasada, con un vestido estampado de limones de Reformation que recuerda a otro muy parecido que llevó su madre, Carolina de Mónaco, aunque en clave más sofisticada.
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En esta ocasión es a Grace Kelly, la abuela de Alexandra, a quien nos recuerda su estilismo más playero: un bañador amarillo, igualito al que llevó la actriz en Atrapa a un ladrón (1955). La que fuera princesa consorte de Mónaco, por su matrimonio con Rainiero III, también lo lució en la Costa Azul, aunque el suyo era de un tono mucho más suave y fiel a la estética de los cincuenta: atado al cuello, con escote corazón y acompañado de gafas de sol y pañuelo, dos imprescindibles de verano en la época. Su nieta, según podemos ver en la imagen, lo ha llevado de una forma mucho más sencilla, sin complementos extra y con el pelo recogido como Grace.
Alexandra de Hannover ya es un icono de la moda, que además ha aprendido de las más grandes. La lección de estilo que sacamos del último viaje de la más real de los Grimaldi: el color del verano es el amarillo, da igual lo que digan las tendencias.
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