Hubo un día en el que Ana García Obregón se dio cuenta de la gran contradicción de su vida. “Todo por lo que he luchado me ha separado de él”. Esta fue la reflexión a la que llegó cuando su hijo, fruto de su relación con el conde italiano **Alessandro Lequio**, le comunicó que se marchaba a estudiar a Estados Unidos, entre otras cosas, para huir del “circo” que siempre rodeaba a su madre.
Las persecuciones de paparazzi y las preguntas de los reporteros fueron el hábitat natural de Álex Lequio (Madrid, 1992). El pasado 13 de mayo el joven fallecía en el Instituto Oncológico Baselga de Barcelona a consecuencia de un cáncer. Un adiós discreto para una existencia que estuvo marcada por la presencia de las cámaras en cualquier acontecimiento relevante de su vida. Álex, sin embargo, nunca pareció acostumbrarse a ello. De pequeño, se hizo célebre por morder los micrófonos de los periodistas; de adolescente, rapeaba contra los medios que alguna vez lo asediaron. No se reconcilió con la profesión hasta hace dos años, cuando le diagnosticaron un cáncer. Desde entonces intentó usar cada aparición para ayudar a personas en su misma situación.
En 2011, cuando ya se había matriculado en la Universidad de Duke, en Carolina del Norte, su madre se instaló en Miami para estar cerca de él y lejos de la popularidad. “Le han robado la infancia con cada imagen capturada sin nuestro consentimiento”, se lamentaba Obregón en sus memorias. Álex regresó a España del brazo de su madre —“Sueño con que sea feliz”—, un expediente repleto de sobresalientes y un prometedor futuro como empresario, ahora truncado. “Mi hijo me ha dado una lección de vida”, ha repetido la actriz. El martes 30 de junio, a las 20 horas, en la parroquia de Nuestra Señora de la Moraleja de Madrid, se ofrecerá un funeral íntimo que servirá como homenaje. Descanse en paz el niño que más se resistió a la fama.
En imágenes
La vida de Álex Lequio en imágenes: de su niñez frente a las cámaras al amor por Ana Obregón, su madre coraje
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