Verano del 68. La banda de Lennon, McCartney, Harrison y Starr se encontraba inmersa en el proceso de grabación de “The Beatles (The White Album)”. El mundo se transformaba y los Beatles le ponía la banda sonora al cambio. Las protestas por la guerra de Vietnam, el movimiento por los derechos civiles y los inicios de la contracultura se daban de bruces con las fotos promocionales de estudio y los manidos posados que poblaban las revistas musicales de la época.
En este escenario aparece la figura de Don McCullin. Reconocido fotógrafo curtido en guerras de todo el mundo y en los barrios más desfavorecidos de Londres. Ganador en 1961 del British Press Award por su ensayo fotográfico sobre la construcción del Muro del Berlín y del World Press Photo en 1964 por una conmovedora imagen de una mujer llorando la muerte de su marido en la guerra civil de Chipre.
¿Quién iba a decir que un fotógrafo tan reivindicativo sería el más indicado para captar el espíritu de la banda de Liverpool en aquel momento? La unión Beatles-McCullin resultó sorprendente incluso para el fotoperiodista, que confesó sentirse “levitando a dos pulgadas del suelo” al recibir el encargo de inmortalizarles.
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Y llegó el domingo 28 de julio de 1968. Un día para la posteridad en la historia de la fotografía musical con nombre propio: “The Mad Day Out”. Los disparos realizados en el jardín de la casa de McCartney, Whitechapel, las orillas del Támesis, los callejones del East End y su estudio de grabación se revelaron como algunas de las fotografías más icónicas de la banda (con permiso del paso de cebra de Abbey Road y de la portada de Sgt. Pepper´s). De esta sesión salieron las portadas de los discos Rojo y Azul y un libro titulado “Un día en la vida de los Beatles” .
Entre los 15 carretes utilizados aquel día una toma quiso funcionar como la más “protesta”. Y se acabó convirtiendo en trágicamente premonitoria. John Lennon aparece tirado en el suelo con la expresión que ponen los niños cuando juegan a los soldados y caen abatidos por una bala imaginaria. Ringo le pone la mano en la frente. Paul mira al suelo aparentando consternación. George, el peor actor de los cuatro en esta representación, contiene una sonrisa traviesa.
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Lennon era ya un soñador que imaginaba un mundo sin guerras ni violencia. Murió abatido por dos tiros 12 años más tarde. Hoy hubiera cumplido 79. McCullin cumple 84. Una bonita coincidencia que une aun más a estos dos genios de la música y la fotografía.
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