Conociendo la cantidad de hermanos, tíos, primos y sobrinos que tuvo, sorprendió mucho esa vez que el príncipe Felipe de Inglaterra dio las gracias a su esposa, la reina Isabel II, por haberle dado lo que nunca tuvo: una familia.
Si nos adentramos en las intrincadas ramas de su árbol genealógico, sin embargo, nos encontraremos con que el duque de Edimburgo no tuvo, en realidad, una familia normal. Peor aún: durante muchas décadas, especialmente durante su niñez y juventud, su "hogar" estuvo plagado de tragedias. Y mientras los adultos intentaban resolver sus propias tormentas, Felipe de Grecia crecía en solitario…
El longevo Felipe, que el 2 de agosto cumplirá tres años retirado de la vida oficial británica, lleva en sus venas la sangre azul de los monarcas más famosos del siglo XIX. Por un lado, es uno de los más de 1.000 descendientes de la reina Victoria de Inglaterra, la llamada "Abuela de Europa", puesto que muchos de sus nietos ocuparon tronos europeos. Por otro lado, Felipe es bisnieto del rey Christian IX de Dinamarca, apodado "Suegro de Europa" porque sus hijos hicieron excelentes matrimonios con casi toda la realeza del Viejo Continente.
La tragedias de los Hesse
Su madre, la princesa alemana de sangre británica Alicia de Battenberg nació en lo que se dice una familia sin suerte. Su bisabuela, Alicia de Inglaterra, murió en 1878 durante una epidemia de difteria que mató a sus hijos pequeños.
La madre había cuidado con mucha valentía a sus pequeños pero cometió la imprudencia de abrazar y besar a uno de ellos cuando acababa de morir. Se contagió de inmediato por lo que la leyenda llamó "el beso de la muerte". Poco antes, uno de ellos, enfermo de hemofilia, había fallecido a muy corta edad tras chocar contra un vidrio.
La abuela materna de Felipe fue la princesa Victoria de Hesse, una familia también golpeada por la tragedia. Su hermana Alix se casó con el zar Nicolás II de Rusia, junto a la cual fue ejecutada en 1918 por los bolcheviques tras la caída de la monarquía. Otra de sus hermanas, Ella, casada con un gran duque ruso, pereció en circunstancias igualmente sangrientas en Rusia.
Una dinastía sin paz
Aunque pasó toda su vida en Inglaterra, Felipe nació en Grecia, país que casi no conoció. Durante poco más de un siglo, hasta la caída de la monarquía, la familia real de Grecia navegó entre el trono y el exilio, atravesando guerras, vergüenzas y las más infames penurias.
Su abuelo paterno, el rey Jorge I, fue asesinado en 1913, en lo que fue la primera gran conmoción para su joven familia. El siguiente rey, Constantino (tío de Felipe) , fue derrocado, mientras el rey Alejandro I falleció a causa de la mordedura de un mono rabioso dejando una mujer viuda y una hija de pocos meses de vida. La familia real soportó el exilio durante las dos guerras mundiales y finalmente el rey Constantino II fue derrocado en 1967, tras lo cual Grecia se convirtió en una república.
Nacido en Corfú en 1921, Felipe fue el hijo menor de los hijos de Andrés de Grecia y Alicia de Battenberg. Sus hermanas mayores eran Margarita, Teodora, Cecilia y Sofía. Las condiciones financieras de la familia real griega eran entonces deplorables y la princesa Alicia dio a luz a su hijo menor sobre la mesa de la cocina de su humilde casa.
Un príncipe refugiado
Felipe era todavía un bebé cuando su familia tuvo que huir de Grecia debido a la convulsión política y durante mucho tiempo fue un verdadero “refugiado”, a la merced de la hospitalidad y solidaridad de algunos parientes de la realeza europea. Se asegura que la princesa Alicia fue rescatada por un buque británico con su pequeño hijo, que dormía sobre un modesto cajón de frutas porque la familia no tenía dinero para comprar una cuna.
Felipe y su familia soportaron el exilio en las peores condiciones. No tuvieron casa, ni dinero, ni siquiera nacionalidad, porque el nuevo gobierno griego les quitó la nacionalidad. El rey Christian X de Dinamarca, muy amablemente, tuvo que recurrir a su prerrogativa para que se les concediera la danesa y, entre penurias y ajustes, la familia logró instalarse en París, donde ya vivía un tío de Felipe, el príncipe Nicolás, que se ganaba la vida como vendedor de productos tradicionales griegos en una tienda.
Algunos miembros de la familia ayudaban económicamente al pequeño Felipe, sobre todo su tío Jorge de Grecia, que gozaba de cierto bienestar económico porque su esposa era miembro de la dinastía Bonaparte. El pequeño Felipe fue enviado al jardín de infantes en Saint-Cloud, Francia, y otra tía, la rica heredera norteamericana Nancy Leeds, pagaba sus gastos escolares, lo cual no impedía que Felipe encabezara la lista de los alumnos más pobres de la escuela. Otro tío, el príncipe Gustavo Adolfo de Suecia (casado con Luisa, hermana de Alicia) , le enviaba dinero para gastos personales, pero la cantidad era la misma cada año, y además, insignificante: una libra en Navidad.
La soledad del niño se debía en gran parte al hecho de que la princesa Alicia tuviera que ser internada en un psiquiátrico, atormentada por los sucesos familiares.
La tragedia de Ostende
En 1930, en apenas unos meses, las cuatro hermanas de Felipe se casaron con príncipes alemanes. Las princesas Margarita y Sofía, estaban casadas con jerarcas alemanes y se codeaban con el nazismo y su líder, Adolf Hitler. Sofía llegó incluso a decir que Hitler era "un hombre encantador y modesto". Teodora era la más acaudalada. Como esposa del Margrave de Baden, vivía en el castillo Salem, que era dos veces más grande y lujoso que el palacio de Buckingham. Allí Felipe estudió en la severa escuela Salem, que formaba a futuros dirigentes de Alemania.
Una vez casadas sus hijas, Andrés dejó la casa que le habían prestado y se marchó a Montecarlo a vivir con su amante en un yate, y allí se hizo adicto a las apuestas. Alicia, que hasta ahora había demostrado una gran paciencia, se deplomó psicológicamente y sufrió una grave crisis nerviosa que obligó a su familia a internarla en Suiza.
Durante la crisis de la madre, su abuela materna la marquesa viuda de Milford Haven, se hizo cargo de Felipe hasta su muerte unos años más tarde. El niño hizo entonces las valijas y fue a vivir a la casa de su tío lord Milford Haven, un hombre obsesionado con el sexo que conservaba la que es considerada la mayor colección de pornografía de Gran Bretaña. Su esposa Nadeida, en tanto, era una mujer excéntrica que se bañaba en champán y sobre la que circulaban rumores de lesbianismo. Cansados de cuidarlo, enviaron a Felipe a la más antigua escuela primaria inglesa, Cheam School, fundada por Carlos I en 1665. Se la consideraba la mejor escuela primaria de todo el Reino Unido.
A los 12 años, Felipe, por voluntad de sus hermanas, fue enviado a educarse al internado de Gordonstoun, en Escocia, donde fue sometido a una disciplina espartana en la que el reinaban el extenuante ejercicio físico y las duchas de agua helada al amanecer. Ni una sola vez en sus cinco años allí Felipe recibió una visita de su familia y, a falta de un hogar propio tenía que pasar las vacaciones en casas de parientes o compañeros de estudios. Más de una vez, incluso, se vio obligado a pedir ropa prestada.
Tal y como puede verse en la serie The Crown, Felipe era sometido a una disciplina espartana en aquella escuela y allí se enteró de que su hermana más querida, Cecilia, había muerto en un accidente de aviación.
La princesa se dirigía a Londres para presenciar la boda de su cuñado junto a sus hijos pequeños, los príncipes Luis y Alejandro de Hesse, y su suegra. El avión tenía que hacer escala en Ostende, pero al acercarse a la ciudad la aeronave chocó contra la chimenea de una fábrica, perdiendo un ala y uno de los motores.
Los diarios del día posterior a la tragedia confirmaron que todos los pasajeros murieron en la caída del avión, incluida Cecilia, que estaba embarazada. Sus cuerpos estaban tan calcinados que los peritos solo pudieron reconocer a los muertos mediante sus piezas dentales. Felipe, de 16 años, caminó tras el féretro de su hermana en la ciudad alemana de Darmstad, que se encontraba colmada de banderas nazis.
Por esa época, cuando todavía no cumplía 20 años, Felipe regresó por primera vez a Grecia, con motivo de la restauración de la monarquía. Allí asistió a la boda de su primo –el futuro rey Pablo– con la princesa Federica de Hannover. Se cuenta que en la ceremonia se reencontró con su padre, quien le dio dos consejos: “Quédate en Inglaterra, es el lugar más seguro para gente como nosotros, y cásate con una mujer acaudalada, porque nunca tendrás un centavo”. Y Felipe siguió el consejo…
Artículo publicado en agosto de 2018 y actualizado.
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Una vida "tres pasos por detrás": la historia en imágenes de Felipe de Edimburgo, rey absoluto de la elegancia y el humor británico
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