Los sulfatos, los parabenos y las siliconas han sido muy condenados en el último tiempo, especialmente en los champús. Las marcas han empezado a cambiar sus etiquetas eliminando estos tres ingredientes de sus composiciones y sustituyéndolos por la palabras «orgánico» y «natural«, que terminan siendo todo un reclamo para los consumidores. Pero, a fin de cuentas, es casi lo único que hace lo «orgánico», etiqueta que debe estar garantizada, además, con un sello.
Tal y como apunta la doctora dermatóloga Ana Molina, si nos pasamos de un champú más «químico» a otro orgánico posiblemente no notemos un gran cambio «ya que los denominados ‘champús orgánicos’ también se sintetizan en laboratorio y utilizan tensoactivos, conservantes y emolientes en su formulación, al igual que los denominados ‘artificiales’ o ‘industriales’. En muchas ocasiones, el reclamo ‘natural’, ‘orgánico’ o ‘sin tóxicos’ no es más que una estrategia de ‘marketing’ que solo consigue confundir al consumidor al hacerle pensar que la cosmética tradicional tiene ingredientes nocivos para la piel o el cabello. Por desgracia, existen muchos mitos en torno a la cosmética natural.» Y es que, «la eficacia del champú no depende de si es orgánico o artificial, sino de la fórmula final del producto», sentencia.
«En general, la denominada cosmética natural, orgánica o eco reclama que no utiliza productos químicos sintéticos, organismos genéticamente modificados ni sustancias no presentes de manera natural en el suelo. Por tanto, los principales beneficios no serán a nivel del cabello, sino que el consumidor podrá estar seguro de que utiliza productos más acordes a su filosofía de vida. Las diferencias que veamos en nuestro cabello al cambiar de un champú a otro no dependerán de si es un champú ‘natural‘ o ‘artificial’, sino de los ingredientes de cada champú y como éstos interaccionan entre sí en la fórmula final. No se puede generalizar ni atribuir propiedades específicas de forma tan arbitraria basándose únicamente en la etiqueta ‘orgánico’.», aclara la dermatóloga.
Pero lo más importante es que hay que saber que los sulfatos, las siliconas y los parabenos están «demonizados» y no es que no sean malos, sino que pueden hacer muchas cosas por nuestro cabello y piel. Eso sí, usándolos en su justa medida y controlándolos.
Sulfatos
«Los sulfatos son tensioactivos, es decir, sustancias capaces de encapsular la suciedad en forma de micelas, formando pequeñas bolitas de suciedad, grasa y detergente, que sí son solubles en agua y podemos eliminar fácilmente con el aclarado», cuenta Molina. «El pelo está recubierto de grasa y sobre él se van depositando partículas de suciedad por la polución, por eso los tensioactivos como los sulfatos son necesarios para limpiarlo.»
Los sulfatos son necesarios, solo hay que tener cuidado con cuáles y cómo se usan: «Hay muchos tipos de sulfatos, algunos limpian tan bien que pueden ‘resecar’ en exceso la piel y el cabello, pero otros son muy bien tolerados. En cualquier caso, no hay que olvidar que lo importante es la fórmula final del champú, porque aún llevando sulfatos de alta detergencia como el sodium lauryl sulphate (SLS), si el champú incluye activos hidratantes y calmantes en su composición, la fórmula final será muy bien tolerada por nuestro cabello. Por eso nunca debemos ‘demonizar’ ingredientes concretos, como ha sucedido con los sulfatos«, explica la experta.
Parabenos
Lo mismo ocurre con los parabenos, que además se han usado siempre en cosmética para que los productos duren lo máximo posible: «se utilizan en cosmética como conservantes desde hace más de 80 años. Tienen actividad antimicrobiana y antifúngica, por lo que protegen al cosmético de su degradación, con muy buen perfil de eficacia y seguridad», cuenta. «Todos los estudios científicos realizados hasta la fecha han demostrado que los parabenos usados en cosmética son seguros y no debemos dejarnos llevar por la tendencia de los cosméticos ‘libres de parabenos‘ porque lo único que consiguen es confundir al consumidor.»
Siliconas
«Las siliconas son polímeros inorgánicos a base de silicio que se usan en bases de maquillaje y prebases para dejar la piel más tersa y suave o en champús y sérums capilares para aportar suavidad y acondicionamiento. Se recomienda no usarlas alegando que ‘ahogan la piel porque taponan el poro’,’apelmazan el cabello’ y ‘son muy poco respetuosas para el medio ambiente’.», cuenta Ana. En definitiva, que más que ayudar al cabello lo empeoran y para nada servirá haber lavado el pelo.
Pero nada más lejos de la realidad, aunque es cierto que hay que tener cierto cuidado con ellas por lo que provocan en el medio ambiente: «Sin embargo, las siliconas son seguras y las podemos usar sin problema. Es cierto que algunos tipos de siliconas, como las insolubles, son más difíciles de biodegradar, pero se está trabajando en una regulación sobre su uso para mejorar este problema», añade.
Fuente: Leer Artículo Completo