Direttore, ¿has visto lo que estoy haciendo en mi Instagram?”, exclama Antonia Dell’Atte (Brindisi, Italia, 1960) al otro lado de la línea telefónica. “Mi hijo Clemente tuvo la idea de hacer una camiseta solidaria. Lo único que hago es poner mi cara y pedir donaciones por una buena causa y la gente está respondiendo bien. La camiseta se ha vendido y la recaudación aún no sé si dársela a Cáritas o usarla para comprar material sanitario contra el COVID-19. Espero poder firmársela a la gente que la compre cuando todo esto se acabe”. Y añade: “Los de Vanity Fair Italia me han pedido que les mande una foto para su Instagram. ¡Tenemos que estar todos juntos en esta crisis, direttore!”. Imposible resistirse al huracán Dell’Atte.
La eterna musa de Armani aterrizó en nuestro país en 1990 y mucho tiempo después de aquel convulso inicio de década —donde salió perjudicada en el triángulo amoroso que la ligó con Alessandro Lequio y Ana Obregón— aún vive con un pie en Milán y otro en la Ciudad Condal. Incluso en tiempos de pandemia. “Estoy en Barcelona desde el 1 de marzo. A finales de febrero volé de Milán a Madrid por trabajo. Cuando vi que no cerraban la capital, me vine a Barcelona en AVE, así que estoy haciendo cuarentena doble, primero en Milán y ahora aquí”, asegura en lo que supone un homenaje casi poético a los dos países que ocupan su corazón.
Así lo simboliza en la foto que acompaña a estas líneas, con las banderas de ambos países anudadas en un abrazo hoy impensable para humanos no residentes en el mismo domicilio. Se la tomó su amigo Filipo, dueño del ático barcelonés donde decidió pasar el confinamiento y desde donde pregona una concienciación cívica para las decenas de miles de fans que la siguen por Instagram. Los acompaña una joven, “hija de una amiga de mi pueblo”, y entre los tres tienen las tareas bien repartidas. “Yo organizo la casa. Hacemos pan y pizza. Limpio y pongo la lavadora. Los demás hacen compra y se comparte. Somos italianos. En esta época no se plancha. Se plancha con el culo. Se tiende bien, se dobla bien, se pone un pañuelo y con el calor del culo la ropa se estira sola”.
Después de su retorno televisivo hace dos temporadas con MasterChef Celebrity, donde protagonizó un mediático enfrentamiento con Carmen Lomana, Dell’Atte tenía previsto estrenar en abril un monográfico de Lazos de sangre (TVE), donde se haría repaso a su vida. Una pieza que, por cambios de parrilla lógicos, ha saltado de momento hasta junio, me confirma. Pero eso no le preocupa ahora. Entiende todo este proceso como una catarsis colectiva que debe recolocar nuestra escala de valores. “Las apariencias tienen que desaparecer y también la superficialidad. Como no puedo ir a la peluquería, me están saliendo canas. Mi próximo look será con el pelo blanco, como Meryl Streep en El diablo se viste de Prada.
Su familia es tan extensa que la cuarentena ha sorprendido a sus allegados en lugares bien distintos. “Tengo una hermana en Los Ángeles, otra en Milán y otra en Turín. Mi madre está en la Puglia con mi hermano, y mi hijo en Miami con su pareja. De todas maneras, nos comunicamos muchísimo. Mi madre no tiene WhatsApp pero hablamos por teléfono casi todos los días. Ella me anima mucho y sigue fantástica a los 87 años. Me grita: ‘Antonia, come stai?’. Tiene la fuerza de la gente que ha vivido la guerra. Siempre de buen humor y nunca se queja de nada”.
Sin sobresaltos en el seno de su familia cercana, Dell’Atte vivió el punto más crítico del confinamiento el 23 de marzo, cuando perdió a su amiga Lucía Bosé. “Para mí ha sido un dolor roto porque se fue sin despedirse. La última vez que la vi fue el 9 de febrero, cuando estuvo en mi casa de Barcelona para hacerme una sorpresa por mi cumpleaños”. Aun así, Antonia no muestra miedo: “Tengo la duda de si ya he pasado la enfermedad porque en febrero tuve una tos horrorosa. Cuando fui al hospital toda la sala de espera estaba igual. ‘Es un virus nuevo’, me dijeron, ‘pero los pulmones los tienes bien’. Así que me mandaron de vuelta a casa. Puede que lo pasara asintomática porque hace tiempo tuve una enfermedad y tomé unas dosis de cloroquina, que dicen que ayuda. También fumo, y al parecer al virus no le gusta la nicotina. Me fumo 15 cigarros al día”, cuenta con sentido del humor.
“En mis vídeos salgo riendo, me gusta la ironía”, dice sin acabar apenas ninguna frase, saltando de tema en tema. Es el huracán Antonia, y piensa soplar más fuerte que nunca en cuanto lo permitan. Primera parada: firmar todas las camisetas solidarias con su cara impresa.
"Perder a mi amiga Lucía Bosé ha sido un dolor roto porque se fue sin despedirse"
Devota de San Miguel Arcángel
Cualquiera que hable con Antonia Dell’Atte puede suponer que profesa una gran fe en el cristianismo. Ella no lo esconde. Una de las principales indignaciones de esta devota de San Miguel Arcángel es que en Italia se mantuvieron las iglesias cerradas a finales de abril. “Estoy enfadada con el presidente Giuseppe Conte. El culto es una libertad y no puedes quitarla. Para mí rezar es importantísimo. Quiero estar bien conmigo, tener la conciencia limpia. Ayer estuve sola en la parroquia de la Purísima Concepción rezándole al arcángel”.
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