Seguimos con el efecto flashback con esto del confinamiento. A los mensajes en diferido (a través de amigos comunes) de algún ex pidiendo contacto de nuevo, tengo que añadir los jueguecitos de LinkedIn. Sí, amigas, por ahí también aparecen los ex.
Mea culpa, porque tengo ex hasta en el infierno, y me hablo solo con un par… o tres.
El que aparece ahora de entre las sombras es un chulito con el que me lié de la manera más típica posible: en la Feria. Era unos 10 u 11 años más joven (yo andaría por los 30), muy guapo, con un cuerpazo y muy poquita vergüenza. Me enganchó, claro.
Lo bueno de la historia es que yo vivía en Madrid (y seguía a mis asuntos, no confundamos), y él estaba en Sevilla. Pero por una cosa u otra terminamos el uno deslumbrado por el otro. Yo, por su juventud, porque era guapísimo, y por sus ansias de aprenderlo todo. Él, imagino, por mi independencia, mi manera de ser resolutiva, y porque manejaba pasta. En medio, todo un verano de idas y venidas de Madrid a Sevilla y de Sevilla a Madrid. Hasta que llegara el invierno, que el invierno suele ponernos a todos en nuestro sitio.
Caí en la más vieja de las trampas: cegarme de amor por alguien mucho más joven que, más pronto que tarde, se va a ir con otra que fuera más joven (con su edad ya bastaría) y viviera más cerca. Y eso fue lo que pasó.
Lo que ocurre es que para dejarme escogió el peor de los momentos. Yo hacía una de esas fiestas de cumpleaños-boda gitana habituales en mí: un fin de semana entero de festejos con los amigos, entrando y saliendo. Él venía desde Sevilla, por supuesto, pero la semana anterior ya estuvo “abonando el terreno” con algún mosqueo fingido y exagerado. Servidora, que es muy larga, se lo veía venir, pero es lo que tiene estar cegada de amor, que no quieres ver la mierda que te va a caer encima.
Vino el muchacho. Montamos mis compañeros de piso y yo el guateque. Llegaron los invitados. Se comportó como un gilipollas: o contestaba mal o era una seta. ¡Huy! A este le pasa algo y no lo quiere soltar. Como no estaba dispuesta a que me fastidiara la diversión, postergué el encararme con él hasta que estuviéramos solos, algo que no ocurrió hasta muchas horas más tarde (eran legendarios mis cumpleaños por aquel entonces).
Y llegó el momento, al día siguiente. Me confesó que había conocido a otra chica y que se había enamorado. Que había venido a “devolverme mi libertad” como regalo de cumpleaños. «¡Hijo de la grandísima p…! ¡¿Y no me la podías haber devuelto por teléfono, que has tenido que venir a amargarme el cumpleaños?! Anda, anda, recoge tus cosas y vete ya, que no te quiero ver».
Pero, espera, que todavía le dio un ataque de ansiedad, le tuve que hacer una tila y acompañarle a la estación de autobuses para que no se perdiera… Si es que el que con niños se acuesta…
A mí me rompió el corazón, porque estaba muy colgada y porque es humillante que te dejen por otra más joven. Luego aprendes que con cierto tipo de persona siempre habrá alguien mejor: más guapa, más joven, con más dinero, con más tetas… nunca están conformes. Así que o estás MUY SEGURA de quién eres tú, o siempre te harán ver lo que tú no tienes y otra sí.
Decía al principio que me surgen los ex como las setas en otoño tras la lluvia. Este ha surgido de LinkedIn, el nuevo Tinder, pero en disimulao. Otro al que le he dado “ignorar”.
Ya solo me falta que aparezca de nuevo “El Pajillero”, y puedo cantar ¡bingo!.
#diasextraordinarios
#MantenedLaDistanciaDeDosMetrosNoSeaisMalajes
#SacadALosNiñosDeUnoEnUno
#NoQuedeisParaJugarPachangasEnElParque
#LosAmantesQueremosPoderVernos
#HacedloBienOnoVamosaSalirEnLaVidaCoño
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La historia de El Pajillero, por capítulos: capítulo I, capítulo II, capítulo III
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PREGÚNTALE A PEPA
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